miércoles, 30 de marzo de 2022

La raíz de nuestro ser…



“Cuando soy liberado por el silencio, cuando ya no estoy involucrado en la medición de la vida, sino en su vivencia, puedo descubrir una forma de oración en la que efectivamente no hay distracción. Toda mi vida se convierte en oración. Todo mi silencio está lleno de oración. 

El peligro es que nuestras propias oraciones se interpongan entre Dios y nosotros. Lo grande en la oración no es orar, sino ir directamente a Dios. 


Sin embargo, el hecho es que si desciendes a las profundidades de tu propio espíritu y llegas a algún lugar cercano al centro de lo que eres, te enfrentas a la ineludible verdad de que, en la raíz misma de tu existencia, estás en constante e inmediato contacto con el amor infinito de Dios.”


Thomas Merton 

domingo, 27 de marzo de 2022

Decimos basta, imaginamos y construimos…



 DECIMOS BASTA

-Decimos basta a ser invisibilizadas y silenciadas.

- Decimos basta a ser tratadas con condescendencia como si fuéramos menores de edad. Decimos basta a la discriminación por razón del sexo o del género.

- ¿Cuántas mujeres vemos representando la institución? ¿Cuántas pueden tomar parte en la toma de las decisiones? ¿Cuántas teólogas trabajan en las facultades de teología, cuántas acompañan espiritualmente, cuántas son formadoras de los seminarios?

- Decimos basta a que se nos niegue el sacerdocio debido a nuestro cuerpo, un cuerpo que siempre está bajo sospecha.

- Basta a una visión negativa de la sexualidad, que crea sufrimiento.

- Basta a una imagen de un Dios exclusivamente masculino.


IMAGINAMOS Y CONSTRUIMOS UNA IGLESIA NUEVA


- Una Iglesia que es comunidad de iguales, donde la mujer es reconocida como sujeto de pleno derecho, con voz y voto en todas partes, donde la mujer es valorada por los propios talentos, carismas y aportaciones a las comunidades.

-Una Iglesia donde el liderazgo es compartido entre mujeres y hombres, laicos, laicas, personas consagradas y sacerdotes. Una iglesia paritaria, más plural y menos jerárquica.

-Una Iglesia que acompaña sin juzgar toda la diversidad de las familias, de identidades y orientaciones sexuales.


(Fragmento del Manifiesto de la Revuelta de Mujeres en la Iglesia en el 8M)

miércoles, 23 de marzo de 2022

La ausencia es una forma de invierno…

 


"Como el cuerpo de un hombre derrotado en la nieve,

con ese mismo invierno que hiela las canciones

cuando la tarde cae en la radio de un coche,

como los telegramas, como la voz herida

que cruza los teléfonos nocturnos,

igual que un faro cruza

por la melancolía de las barcas en tierra,

como las dudas y las certidumbres,

como mi silueta en la ventana,

así duele una noche,

con ese mismo invierno de cuando tú me faltas,

con esa misma nieve que me ha dejado en blanco,

pues todo se me olvida

si tengo que aprender a recordarte.”

Luis García Montero

domingo, 20 de marzo de 2022

La verdadera esperanza…

 


“Lo que debe morir en un adulto para que pueda nacer en él la verdadera esperanza es precisamente la piedad edulcorada y la devoción pueril. Pero no es fácil vivir sin emociones reconfortantes, como tampoco lo es seguir adelante sin agarrarnos a las ficticias promesas de la magia o las de los falsos profetas, cada vez más numerosos.

La fe no es una intuición trascendente, una esperanza borrosa o un deseo indefinido. La fe es una forma de conocimiento, distinta a todas las demás y sorprendentemente respetuosa con la naturaleza humana.”


Pablo d’Ors

jueves, 17 de marzo de 2022

Hasta que la igualdad se haga costumbre…

 


“Dentro de las Iglesias cristianas hace ya tiempo que las teólogas feministas, las organizaciones feministas católicas, muchas mujeres creyentes en Jesús,  hemos levantado la voz con fuerza y energía, promoviendo desde hace un par de años La revuelta de las Mujeres en la Iglesia denunciando esta situación que consideramos no sólo injusta sino una traición a Jesús de Nazaret.

Una revuelta internacional que terminará con un “Sínodo de Mujeres” en Roma en septiembre de 2022. En ese sínodo denunciaremos nuestra marginación, la invisibilización  de nuestras personas, de nuestras teologías, nuestra exclusión de todos los lugares de decisión dentro de la Iglesia, una escandalosa ausencia de mujeres teólogas en facultades de teología y Seminarios, la negación de uno de los sacramentos sólo por razón de nuestro sexo y un largo etc.


Además de denunciar, anunciaremos nuestras demandas que en definitiva quieren pedir a la Iglesia católica que vuelva a Jesús de Nazaret como lugar referencial para promover un mundo y una sociedad donde desaparezcan todas las discriminaciones y desigualdades por razón de clase, raza, sexo, orientación e identidad sexual. Y eso no será creíble mientras dentro de la Iglesia siga una profunda discriminación de las mujeres traicionando a la comunidad de iguales que se formó en torno a Jesús y a la primerísima comunidad donde muchas mujeres ejercieron roles y funciones de autoridad.


Me da mucha pena reconocer que hoy después de 20 siglos, una vez más  nos encontramos con la dificultad de muchas autoridades religiosas para comprender que primero estamos las personas y después las leyes, por muy santas que éstas sean. Que el proyecto que Jesús propone, como proyecto de Dios, no tolera discriminación alguna. Que las mujeres, cuando reclamamos esta igualdad fundamental y pedimos en la Iglesia recuperar una comunidad de iguales, estamos denunciando una infidelidad y traición al proyecto de Jesús.


Ojalá sea verdad que cada vez más personas, que siguen negando aún hoy, la injusta situación de muchas mujeres en el mundo, y en muchas de las religiones e Iglesias,  abran los ojos para descubrir su ceguera y sientan confusión y vergüenza y vayamos haciendo verdad esa igualdad fundamental.


Esta es nuestra esperanza: que la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia no pare, que sigamos levantando nuestra voz, nuestras manos, nuestros cuerpos, para protestar hasta que la igualdad se haga costumbre.


Este es nuestro sueño y empeño y a unirse a él invitamos a toda la comunidad cristiana.”


Emma Martínez Ocaña 

domingo, 13 de marzo de 2022

Coherencia y credibilidad de la fe…



 “La historia de la Iglesia nos muestra que con la más santa de las intenciones se puede conseguir la más funesta de las consecuencias. En muchas ocasiones, creyendo fomentar y fortalecer la fe, se ha estado sembrando la semilla de su negación. De hecho, a estas alturas del siglo XXI, pedir a Dios que envíe la lluvia supone, en su más pura objetividad, culparlo efectivamente de la sequía. 

Por eso es necesario reflexionar, siquiera brevemente, sobre las consecuencias objetivas de nuestros actos religiosos. La credibilidad pública de la fe se juega, en muchos casos, más que en grandes acciones de evangelización, en cuestiones aparentemente nimias como esta, pues es ahí donde, involuntariamente, se presenta la fe como contradictoria con la ciencia.


No se puede concebir el «actuar» del Dios de Jesucristo de idéntica forma a como Homero nos dice que actuaban los dioses olímpicos en el mundo antiguo: interviniendo de manera puntual y arbitraria, inmiscuyéndose parcialmente en los asuntos de los hombres. Estaríamos así ante una forma críptica de paganismo, porque Dios no envía la lluvia, como Zeus no enviaba el rayo. Dios no manda tempestades, como Deméter no fertilizaba las cosechas. En la actualidad, Dios no nos ha castigado con la Covid-19, como tampoco nos castigó antaño con la peste. 


La infinita y eterna bondad de Dios se ve oscurecida y hasta negada si decimos que Dios sólo hace el bien en ocasiones puntuales y a nuestra demanda, pero no el resto del tiempo y por iniciativa suya. Y su omnipotencia se antropomorfiza y se adultera si se la concibe como la de un superhéroe de Marvel que altera a su voluntad la regularidad autónoma de las leyes del universo. No pensamos bien de Dios, ni rezamos en coherencia, cuando somos presa de concepciones teológicas asentadas en semejantes presupuestos. 


Las sequías, como las enfermedades, el hambre y las guerras, son un problema de toda la humanidad que no podemos esperar que un Dios olímpico arregle a base de intervenciones puntuales. Somos nosotros los que tenemos que actuar con inteligencia, previsión y solidaridad para, en este caso, alcanzar una gestión pública del agua en la que no primen ni los intereses partidistas, ni los egoísmos territoriales, ni las recetas apresuradas.”


Pedro Castelao 

jueves, 10 de marzo de 2022

Una legítima reivindicación…


 “Hace no demasiadas décadas la subordinación de la mujer al hombre era sangrante en la sociedad o la familia, y el proceso de cambio está en marcha, pero no terminado. Esta no debería ser una reivindicación de las mujeres, sino de todos, como sociedad.

¿Y en la Iglesia? También. Vamos tarde. Desde hace años una «revuelta de mujeres» quiere reclamar igualdad también en nuestra institución. Una igualdad que, sin ser homogeneidad ni identidad, sea igualdad de derechos y oportunidades. Sea compartir responsabilidades en la toma de decisiones. Sea una presencia plural, pero donde todas las personas tengan la posibilidad de encontrar su sitio, sin techos diferentes. Nos podemos perder en la forma, y entonces nos lanzamos a discutir sobre si el lenguaje ayuda o asusta.


Pero no debemos perdernos en ese laberinto, porque si no, nunca será ni el momento ni se darán las circunstancias para una reivindicación legítima. La búsqueda de caminos para que las mujeres tengan más peso en nuestra Iglesia es necesaria y urgente. Quizás sea por vía de desclericalización, de una nueva idea de la sinodalidad, o de la emergencia de estructuras que aún ni imaginamos. Pero trabajar por una igualdad más real es deber y misión para todos, haciendo real aquello de la carta a los Gálatas: «Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, porque todos sois uno en Cristo Jesús» (Gal 3, 28).”


José Mª Rodríguez Olaizola

martes, 8 de marzo de 2022

Cristiano feminismo…



 “En las últimas tres décadas, han cambiado muchas cosas desde entonces en la historia del feminismo en España y en el mundo y también en la vida de las mujeres cristianas, pero mucho menos en la iglesia, que sigue siendo el gran bastión del patriarcado.

El feminismo, o mejor, los feminismos, son una necesidad vital. Son como el despertador de la conciencia de las mujeres y del entramado perverso del patriarcado. Porque el patriarcado no es una abstracción, sino que se concreta en prácticas, creencias, patrones de comportamientos discriminadores y excluyentes hacia las mujeres. Creencias que desgraciadamente siguen vigente en las leyes, en la organización social, en las relaciones, en las instituciones, en las religiones y en las propias conciencias de los varones y también de muchas mujeres.


Ser feminista es sabernos formando parte de una tradición de mujeres que no se conforman con quedar reducidas a la invisibilidad y la subalternidad, que cuestionan y denuncian la naturalización de la pobreza y la violencia contra las mujeres y que saben que las mujeres no podemos ser cuerpos a disposición de los varones y sus intereses, ya sean éstos económicos, políticos, sexuales, religiosos u otros. 


Ser feminista es mucho más que luchar por la igualdad, pero la igualdad es el primer paso. Es estar convencida de que la opresión de las mujeres está atravesada por múltiples opresiones como son la raza, la clase social, la orientación sexual y la lógica cultural del colonialismo. Es entender que las mujeres necesitamos liberarnos del patriarcado, pero también los hombres lo necesitan, y aspirar a ser persona-mujer, persona-varón, persona-trans, más allá de atribuciones de género, estereotipos y papeles sociales aprendidos que es necesario desaprender. 


Ser feminista cristiana es vivir la tensión de ser extranjera en tierras que nos configuran, pero en las que nuestra presencia siempre resulta incómoda: en la de la iglesia y en la del propio feminismo laico, que no termina de reconocernos en muchos casos por considerarnos un oxímoron. Ser feministas cristianas es, en definitiva, invertir las preguntas y estar convencidas, como diría San Ireneo interpretado con perspectiva de género, que la gloria de Dios es que las mujeres vivamos y lo hagamos en abundancia (Jn10,10) y para ello y por ello nos declaramos en revuelta: La Revuelta de las mujeres en la iglesia.”


Pepa Torres

domingo, 6 de marzo de 2022

Creer en el amor…



                                    “Creer de corazón y de palabra

Creer con la cabeza y con las manos.
Negar que el dolor tenga la última palabra.
Arriesgarme a pensar
que no estamos definitivamente solos.
Saltar al vacío
en vida, de por vida,
y afrontar cada jornada
como si Tú estuvieras.
Avanzar a través de la duda.
Atesorar, sin mérito ni garantía,
alguna certidumbre frágil.
Sonreír en la hora sombría
con la risa más lúcida que imaginarme pueda.

Porque el amor habla a su modo,
bendiciendo a los malditos,
acariciando intocables
y desclavando de las cruces
a los bienaventurados.”


José María R. Olaizola

miércoles, 2 de marzo de 2022

Somos vida, no ceniza…



 “Jesús no ha venido para decirte “recuerda que eres polvo y al polvo has de volver”, sino “recuerda que eres vida de Dios encarnada en la tierra del mundo”.  Vive, pues, para vivir y dar vida, pues tu final no es la ceniza de un infierno penitencial, sino el gozo de la Vida multiplicada en mil vidas de amor, por encima de la muerte.”  


Xabier Pikaza