jueves, 17 de marzo de 2022

Hasta que la igualdad se haga costumbre…

 


“Dentro de las Iglesias cristianas hace ya tiempo que las teólogas feministas, las organizaciones feministas católicas, muchas mujeres creyentes en Jesús,  hemos levantado la voz con fuerza y energía, promoviendo desde hace un par de años La revuelta de las Mujeres en la Iglesia denunciando esta situación que consideramos no sólo injusta sino una traición a Jesús de Nazaret.

Una revuelta internacional que terminará con un “Sínodo de Mujeres” en Roma en septiembre de 2022. En ese sínodo denunciaremos nuestra marginación, la invisibilización  de nuestras personas, de nuestras teologías, nuestra exclusión de todos los lugares de decisión dentro de la Iglesia, una escandalosa ausencia de mujeres teólogas en facultades de teología y Seminarios, la negación de uno de los sacramentos sólo por razón de nuestro sexo y un largo etc.


Además de denunciar, anunciaremos nuestras demandas que en definitiva quieren pedir a la Iglesia católica que vuelva a Jesús de Nazaret como lugar referencial para promover un mundo y una sociedad donde desaparezcan todas las discriminaciones y desigualdades por razón de clase, raza, sexo, orientación e identidad sexual. Y eso no será creíble mientras dentro de la Iglesia siga una profunda discriminación de las mujeres traicionando a la comunidad de iguales que se formó en torno a Jesús y a la primerísima comunidad donde muchas mujeres ejercieron roles y funciones de autoridad.


Me da mucha pena reconocer que hoy después de 20 siglos, una vez más  nos encontramos con la dificultad de muchas autoridades religiosas para comprender que primero estamos las personas y después las leyes, por muy santas que éstas sean. Que el proyecto que Jesús propone, como proyecto de Dios, no tolera discriminación alguna. Que las mujeres, cuando reclamamos esta igualdad fundamental y pedimos en la Iglesia recuperar una comunidad de iguales, estamos denunciando una infidelidad y traición al proyecto de Jesús.


Ojalá sea verdad que cada vez más personas, que siguen negando aún hoy, la injusta situación de muchas mujeres en el mundo, y en muchas de las religiones e Iglesias,  abran los ojos para descubrir su ceguera y sientan confusión y vergüenza y vayamos haciendo verdad esa igualdad fundamental.


Esta es nuestra esperanza: que la Revuelta de las Mujeres en la Iglesia no pare, que sigamos levantando nuestra voz, nuestras manos, nuestros cuerpos, para protestar hasta que la igualdad se haga costumbre.


Este es nuestro sueño y empeño y a unirse a él invitamos a toda la comunidad cristiana.”


Emma Martínez Ocaña