martes, 31 de marzo de 2020

La nefasta doctrina de la culpabilidad y el dolorismo...



“Tal como la presenta el catecismo, la llamada “historia de la salvación” pivota sobre dos ejes inseparables: la doctrina del “pecado original” y la doctrina de la “redención”, el pecado y la cruz.

Durante siglos, el catecismo fue petrificando esa creencia hasta llegar a configurar el imaginario colectivo cristiano. Aun a riesgo de caer en la caricatura, el núcleo de la misma podría expresarse de este modo: el designio de Dios se frustró debido al pecado de “nuestros primeros padres”, que fueron expulsados del paraíso y condenados a vivir con dolor en este “valle de lágrimas”. Ahí podría haber terminado todo, pero Dios fue sacando adelante su proyecto de salvación. Para ello se eligió un pueblo (Israel o el pueblo judío) del que habría de nacer el Mesías, su propio Hijo. Este, por medio del suplicio de la cruz, expiaría aquel pecado primero y, de ese modo, redimiría (rescataría) a toda la humanidad que creyera en él.

En esa apretada síntesis quedan claros los dos pilares sobre los que se asienta la creencia: el pecado original y la cruz. La conexión entre ambos es sustancial, hasta el punto de que si uno de ellos se tambalea, el otro se viene abajo. Tal vez ello explique las resistencias de la autoridad eclesiástica a reconocer el carácter mítico del relato del Génesis. Quizás teme que, si se niega historicidad al llamado “pecado original”, resulte insostenible la doctrina de la redención tal como habitualmente se ha explicado.

Pero es justamente esa doctrina la que es necesario desmitificar, porque a lo largo de los siglos ha generado culpabilidad y dolorismo hasta extremos no fácilmente imaginables. Culpa, porque el ser humano se veía “pecador” incluso antes de nacer: la humanidad entera era vista, desde san Agustín, como “massa damnata” (masa corrompida). Y dolorismo porque, tal como se leían los designios de Dios, el modo como Jesús nos habría librado de la culpa fue a través del sufrimiento de la cruz. A partir de ahí, era fácil deslizarse hacia la idea de que el dolor en sí mismo era bueno y agradaba a Dios. ¿No es evidente que todo el ceremonial característico de la “Semana Santa” se hallaba impregnado de culpabilidad y dolorismo?

Desmontar todo ese imaginario pasa por reconocer que el relato bíblico del Génesis es solo un mito (de la “caída” o del “paraíso perdido”) con el que los primeros humanos trataron de explicarse el porqué del mal en el mundo. Por tanto, si no existió tal “pecado” tampoco se necesita una “expiación”.

Jesús murió ajusticiado. Pero eso no se debió al arbitrio de un Dios ofendido que así lo dispusiera, ni tampoco a que el propio Jesús valorara el dolor o entendiera su existencia en clave de expiación. Todo ello sería muy posterior. Jesús fue ejecutado porque estorbaba al poder dominante.”

Enrique Martinez Lozano

domingo, 29 de marzo de 2020

Esperanza...


“Felices quienes sueñan despiertos y luchan contra viento y marea, con esperanza, a pesar de los pesares. Alentarán los ánimos de todos y permanecerán ellos mismos siempre ilusionados.

Felices quienes esponjan cada día su corazón con la fina y pertinaz llovizna de la esperanza. Compartirán los anhelos de la gente, sus gozos y sus lágrimas.

Felices quienes se entusiasman con el menor detalle que produzca esperanza. Mantendrán la fantasía y las aspiraciones justas, combatiendo sin tregua el desánimo.

Felices quienes por activa y pasiva, con obras y palabras, siembran esperanza y construyen la paz. En sus ojos se vislumbran una tierra y un cielo nuevos.

Felices quienes mantienen y agitan la bandera de la esperanza en estos tiempos difíciles. Nos transmiten la futura, pero absoluta certeza de una humanidad fraterna.

Felices quienes conservan en su corazón la promesa, los que mantienen encendidas las ascuas de la Esperanza. Son los que viven con orgullo los ideales y construyen cada día la utopía.

Felices quienes creen que la pequeña semilla de la esperanza se puede convertir en un árbol frondoso. Ellos y ellas trabajan en redes pequeñas, comparten horas y sonrisas, caricias y sueños.

Felices quienes no dejan de expresar, aun en el fragor de la lucha, la ternura de un Dios que nos acompaña. Reanudarán cada día el camino de esta imprescindible, siempre nueva esperanza.”

Miguel Ángel Mesa Bouzas

jueves, 26 de marzo de 2020

Son necesarias otras respuestas y protagonismos...


“En esta crisis brutal hay varios colectivos que van a salir reforzados y como héroes. Los sanitarios, principalmente, pero también los cuerpos de seguridad, los empleados de supermercados y mercados, los transportistas, las cuidadoras/res o las empleadas de hogar, y los voluntarios...¿Y los curas? Siento decir que me parece que no. 

La creatividad de los obispos y de los curas en tiempos de coronavirus no puede reducirse a celebrar la eucaristía todos los días en solitario y retransmitirla por las redes. Hay ya inflación de misas en la Red. ,¿Nuestros curas no saben hacer y divulgar otras cosas que no sean el mero sacramentalismo? 

Porque, con esa dinámica, estamos potenciando, de nuevo, una Iglesia sacramentalizadora casi en exclusiva y, por lo tanto, clericalista. Da la sensación de que sin sacramento no hay vida cristiana y, por lo tanto, para celebrarlos, hacen falta curas, aunque sea a distancia. Una concepción superada por el Vaticano II y que está volviendo por sus fueros.

Hay que dar frutos de misericordia concreta, real y efectiva. Siempre nos pasamos en la contemplación (lo más fácil y aquello para lo que educaron casi en exclusiva a los funcionarios de lo sagrado) y no llegamos en la acción.

A mi juicio, cada diócesis debería movilizar a sus curas y crear una especie de 'sanitarios del alma', a los que la gente tendría que poder encontrar fácilmente y especialmente en tres sitios: en sus casas, en los hospitales y en los tanatorios.

La gente está sufriendo sobre todo en sus casas por la soledad y los dramas que, a veces, implica el confinamiento. Hay gente, familias enteras, confinadas en pisos de 30 o 40 metros. Hay familias que tienen que pasar el confinamiento en habitaciones de 10 o 15 metros. Para los más pobres todo es más difícil. ¿Por qué los curas no hacen visitas a domicilio, debidamente uniformados e identificados? 

Y los otros dos lugares de máximo sufrimiento son los hospitales y los tanatorios. La Conferencia episcopal debería pedir una autorización especial al Gobierno para que sus curas, en número suficiente, visiten a los enfermos de los hospitales.  Hasta ahora sólo entran en ellos los capellanes de hospitales y, normalmente, hay un par de ellos por cada centro. Y si les ponen pegas, porque no hay suficientes uniformes completos sanitarios, que la propia Iglesia dedique sus conventos de frailes y monjas a confeccionarlos. 

Otro contingente importante de curas debería atender, día y noche, los tanatorios, que se han convertido en lugares de lágrimas y llantos. Por la pérdida en sí de los seres queridos. Y más aún, por perderlos de esta manera: sin poder acompañarlos en la hora de la muerte, sin poder cogerles las manos, solos y abandonados. Y sin poder llorarlos públicamente.”

José Manuel Vidal




lunes, 23 de marzo de 2020

Hay gran diferencia entre religión y evangelio...


“ Una de las cosas, que están quedando más patentes en esta enorme desgracia que estamos sufriendo - la pandemia del coronavirus - es la diferencia que hay entre la religión y el evangelio. Porque son dos cosas muy distintas. Y, en algunas cuestiones de enorme importancia, son experiencias y prácticas contradictorias. Ha tenido que venir una desgracia, tan espantosa como el coronavirus, para que mucha gente caiga en la cuenta de la diferencia que hay entre religión y evangelio.

Me explico. Una de las cosas más patentes, que estamos viendo en estos días, es que las manifestaciones públicas de la religión (procesiones, solemnes ceremonias religiosas, funciones sagradas en los templos, etc) son un estorbo y hasta un peligro. Mientras que, por el contrario (en algunos casos y hasta hace pocos días) echamos en falta que, en la vida y en la convivencia diaria, estuviera más presente el evangelio, que es curación de enfermos, atención a lo que necesitan los más desgraciados de este mundo, los que están en peligro de muerte y hasta los difuntos (mendigos, ancianos, personas marginadas, moribundos y hasta muertos).

Y es que, si todo esto se piensa despacio, caemos en la cuenta de que fueron los “hombres de la religión” los que no pudieron tolerar el “evangelio de Jesús”. Y fueron los sumos sacerdotes del templo los que condenaron a muerte a Jesús, los que forzaron a Poncio Pilatos para que lo crucificaran, los que se burlaron de Jesús en su agonía. Y no se quedaron tranquilos hasta que lo vieron muerto. Es un hecho evidente: la “religión” no pudo convivir con el “evangelio”.

Lo cual es comprensible. Porque “religión” y “evangelio” son medios o caminos para buscar a Dios. Pero son medios o caminos opuestos. La “religión” es un conjunto de creencias, normas y ritos, para tranquilizar la conciencia. El “evangelio” es una “forma de vida” que `pone todo su interés en remediar el sufrimiento de quienes lo pasan mal en la vida. Y todo esto es lo que explica por qué la “religión” tiene su centro en “lo sagrado”, mientras que el “evangelio” tiene su centro en “lo humano”.

Y esto es lo que explica por qué, según el “evangelio”, Dios “se encarnó”, es decir: Dios “se humanizó”. Ante todo, en Jesús de Nazaret. De forma que el mismo Jesús le pudo decir al apóstol Felipe: “El que me ve a mí, está viendo a Dios” (Jn 14, 7). Pero no sólo en Jesús. Dios está presente en cada ser humano.

Y es que el fondo del asunto está en algo que no nos entra en la cabeza. En nuestra intimidad más honda, llevamos siempre preguntas que no encuentran repuesta. Muchas veces huimos de nosotros mismos o intentamos huir, buscando soluciones en la diversión o el egoísmo. Soluciones de repuesto que duran poco. En el fondo, quedan las preguntas y el vacío. También hay quienes buscan respuesta en la religión. Pero los ritos religiosos son acciones que, debido al rigor de la observancia de las normas, acaban constituyéndose en un fin en sí. Con lo cual, ni resuelven su problema, ni van a ninguna parte. Y para acabar: cuando centramos nuestra vida en el “ethos”, la conducta de la honradez y la bondad, el proyecto de vida que nos humaniza, nos hace honrados y buenas personas, entonces hemos encontrado el EVANGELIO.

Y es con el “proyecto de vida”, que humaniza nuestras vidas, con eso contagiamos felicidad y seremos felices, incluso aguantando las pandemias que nos puedan invadir.

¡Qué enorme equivocación se cometió en la Iglesia cuando, con el paso de los años, terminó por fundirse y confundirse el EVANGELIO con la RELIGIÓN!”

José Mª Castillo

(Estar con las personas más vulnerables (pobres, enfermas, solas, vejez), reivindicar la igualdad y la justicia para todos... En los caminos, fuera de seguridades y comodidades que ofrecen templos y conventos... Predicando y celebrando con la vida, no con ceremonias y cultos establecidos... Eso es seguir a Jesús, seguir revelando Dios como Él hizo.)




sábado, 21 de marzo de 2020

Por una Iglesia sin curas...


“Es posible una Iglesia sin clérigos (curas obispos papas)?. Jesús no fue sacerdote, ni consta que instituyera el sacramento del Orden. Más bien criticó a la “casta sacerdotal”, que fueron los que le condenaron. Jesús crea la Comunidad de iguales, en la que se encuentran personas con distintas cualidades (karismas).

Históricamente los cristianos multiplican su número. Aparecen distintos modos de actuar, de pensar, se producen disensiones y van a sentir la necesidad de proteger su unidad, de gobernar la diferente y dispersa Comunidad. Se comienza a establecer poderes de gobierno: unos van a mandar y otros a obedecer, unos a enseñar y otros a aprender.

Los elegidos para el Gobierno tienen que justificar su autoridad recibiendo un “Plus”, que los legitime y diferencie de los demás. Se crea la sacramentalidad: el poder viene de Dios, a través de un Ritual y se traspasa de generación en generación, y se instituye un orden de menos a más (diáconos, sacerdotes, obispos, papas). Con ello, se obliga a la Comunidad a obedecer y bajo la amenaza de la excomunión al disidente: no hay salvación fuera de la Iglesia (de los curas). “Nula salus extra eclesiam” . Se llega a construir, pasados los primeros años, lo que Jesús nunca quiso, la casta Sacerdotal, que tanto había criticado en su tiempo, y en la que se desecha a las mujeres.

Si analizamos de dónde proceden lo poderes sobrenaturales de los clérigos, descubriremos que el Bautismo no es privativo suyo. Cualquier persona – si realiza diversas formalidades – tendrá capacidad de bautizar.

El perdón de los pecados, mediante la confesión individual, tampoco consta en ningún texto de la Escritura. Las recientes investigaciones determinan que el texto de S. Mateo (16,21) no fue pronunciado por Jesús, sino creado posteriormente, para poder justificar el “atar y desatar” de los clérigos. Es la Comunidad la que se reúne, oye y perdona a quien lo pide. La confesión individual se establecerá muchos siglos después.

La Unción de los enfermos, si bien aparece en la Carta de Santiago, no consta que lo fuera por mandato de Jesús. Más bien va en la línea del uso de ungüentos caseros contra las enfermedades y heridas, en un tiempo carente de procedimientos clínicos; a modo de lo que aparece en la parábola del samaritano (Lc. 10,34), no seguidor de Jesús, que cura con aceite y vino (desinfectante) al herido por salteadores.

El Sacramento del matrimonio ni fue instituido por Jesús ni es privilegio de los clérigos. Según la propia doctrina eclesiástica, son los mismos esposos, cuando se aceptan mutuamente, como marido y mujer, los que se constituyen como tales. La tarea del cura se reduce a ser mero testigo, de un contrato creado, en siglos posteriores, para asegurar la propiedad y su transmisión de padres a hijos.

La Eucaristía, como presencia física, de Jesús en las hostias consagradas por los sacerdotes por el mero hecho de la pronunciación de unas palabras míticas, que transforman “milagrosamente” el pan y vino en la persona de Jesús, tantas veces como se quiera y que se guardan por centenares en miles de sagrarios por todo el mundo, no resiste – hoy día – a un mínimo análisis racional.

La presencia eucarística de Jesús ha de entenderse como su presencia cuando sus discípulos se reúnen en Asamblea de iguales, movidos por el amor, en actitud de servicio a los otros (lavatorio de pies). Festejando el acontecimiento del amor sin límites, con un banquete, en el que se ofrece Pan y Vino, como señal de total entrega a los demás. Sólo el Amor hace presente a Jesús.

Desvanecido el carácter sobrenatural, de las acciones clericales, su poder exclusivo de Gobernar cae por su propio peso. La gobernabilidad de las Comunidades ha de recaer en personas, democráticamente elegidas por la propia comunidad, sin Plus alguno de sobrenaturalidad. Basta que sean buenos gestores, honrados, transparentes y sometidos a las decisiones de las Asambleas.

En conclusión:
Es el Pueblo de Dios (Concilio Vaticano II) el que recoge el testigo que Jesús nos pasó. Ya no hay clérigos-laicos, hombres-mujeres, libres-esclavos, que decía s. Pablo (Gal. 3,28). Es el Pueblo de Dios el que es sacerdotal, sin diferencias entre un@s y otr@s.”

José Ramón Pérez Perea





martes, 17 de marzo de 2020

Soltar la creencia...


"Se cuenta que, al ser cuestionada su teoría heliocéntrica, Galileo pidió al cardenal presidente del consejo que lo juzgaba que mirara por el telescopio para poder apreciar por sí mismo el movimiento de los planetas. A tal invitación, el cardenal contestó con tanta rapidez como vehemencia: “No necesito mirar por ningún sitio. Yo sé bien cómo son las cosas”. La creencia no indaga, pontifica; no le interesa la verdad, sino su propia autoafirmación.

Indudablemente, el que sabe no mira –afirma que no necesita mirar–, porque su creencia constituye para él la única verdad. Sin duda, una de las características más peligrosas de toda creencia es su tendencia a identificarse con la verdad. En cuanto eso ocurre, la creencia constituye el mayor obstáculo para abrirse a la verdad, porque actúa como unas anteojeras que no permiten ver sino lo que previamente se ha aceptado. Por ese motivo, el que sabe –el que cree saber– no mira, no indaga e incluso llega a negar lo evidente. 

Soltar las creencias significa, no solo no confundirlas con la verdad –la creencia no es la verdad, como la miel no es el dulzor–, sino aprender a tomar distancia de la mente y de todas sus construcciones –toda creencia no es sino un constructo mental, un pensamiento al que le otorgamos nuestra adhesión–, al advertir que la verdad no cabe en la mente ni puede ser dicha con palabras."

Enrique Martínez Lozano

miércoles, 11 de marzo de 2020

La espiritualidad más allá de institucionalizaciones



"La espiritualidad, como “dimensión profunda de lo real”, es anterior a la religión. La religión organiza e institucionaliza la espiritualidad en unas doctrinas, mitos, ritos, liturgias, fórmulas, que de algún modo dan forma y cosifican la espiritualidad. Cuando una religión teísta se basa en que Dios revela la verdad, la religión se apropia de la verdad y del poder que da, absolutizándolos como fines. El nuevo paradigma cultural se llama, entre otras denominaciones, post-religioso o post-religional, no porque vayan a desaparecer las religiones, sino porque más allá de la religión cabe una espiritualidad profundamente humana. Y cabe una “inteligencia espiritual” como capacidad de intuir el Misterio, más allá de la revelación mítica religiosa."


Demetrio Orte

sábado, 7 de marzo de 2020

Conversión auténtica...


"Los feminismos son un movimiento de justicia social con las mujeres que cuestionan el patriarcado, que es el sistema mental y estructural que está en el origen de toda forma de violencia, empobrecimiento y subalternidad de las mujeres por el hecho de serlo. Entiendo que son tan diversos como somos las mujeres, pero todos coinciden en sumar la inteligencia colectiva y las luchas de las mujeres, así como de los hombres que quieran sumarse, para poner fin al pensamiento y la práctica sexista, con independencia de que quienes lo perpetúen sean hombres o mujeres. Todos y todas hemos de hacer un trabajo de desaprendizaje de patrones, conductas, relaciones introyectadas en nuestras vidas por el patriarcado. En estos nuevos aprendizajes y desaprendizajes entra también la espiritualidad y la teología. Somos muchas las mujeres cristianas y feministas articuladas en redes en el estado español desde hace más de 30 años. (Redes de Mujeres y Teología, Asociación de Teólogas de España, Red Miriam de espiritualidad ignaciana femenina, etc).
El cristianismo es una Buena noticia de liberación para las mujeres, sin embargo, la iglesia, se ha convertido en uno de los grandes bastiones del patriarcado. Sin cambio estructurales profundos que incluyen cambios en el derecho canónico, en la comprensión y la praxis de los ministerios, los lenguajes, etc, la iglesia no será nunca la iglesia de Jesús. Las cristianas y los cristianos no tenemos vocación de sacristía, sino de plaza pública, de comprometernos allá donde se juegan los intereses más hondos de la humanidad y no cabe duda que muchos de los intereses más hondos de las mujeres se están jugando en muchas de las reivindicaciones y propuestas que están haciendo los feminismos. En este sentido en muchísimos aspectos no hay contradicción, sino incluso yo cambiaría la pregunta ¿es posible hoy ser mujer cristiana y no ser feminista? 
No se puede seguir aplazando una renovación eclesial profunda que ponga fin a la discriminación que vivimos las mujeres en la iglesia, porque es urgente recuperar la comunidad de iguales que inauguró Jesús. Por eso reclamamos tener voz y voto y estar presentes en los lugares de toma de decisiones de la iglesia, no ser excluidas del acceso a ningún ministerio o tarea eclesial por nuestra condición de mujeres, poner fin a la violencia contra las mujeres y la feminización de la pobreza dentro y fuera de la Iglesia,entre otras demandas."

Mª José Torres Pérez 

martes, 3 de marzo de 2020

Otra Iglesia es necesaria, ya!


"Decálogo de la  moral de esclavas y subalternas, que imponen las religiones a las mujeres

. Obedecer a los padres, maridos, patronos, hijos, etc.
. Someterse, como manda la Biblia leída fundamentalistamente (por ejemplo, la Carta a los Efesios), que legitima la periodista italiana Constanza Miriano en su libro “Cásate y sé sumisa”.
. Aguantar los insultos, los malos tratos, los desplantes, las agresiones físicas, los desamores, los abusos sexuales…
. Soportar las cargas que le echen encima, como si fuera un animal de carga.
. Sacrificarse por los demás, sobre todo, por los hijos, esposos, etc. La expresión “qué sacrificada es esta mujer” es considera una virtud y un elogio, más que una humillación.
. Cuidar de las personas dependientes, enfermas, esposos, hijos, padres, madres y parientes en dificultades físicas o psíquicas, ¡hasta de las plantas! El cuidado se considera la vocación y el destino de la mujer. Una mujer que no se dedica al cuidado es considerada una haragana. Un hombre que no cultiva el cuidado es porque tiene una misión superior y otras tareas más importantes. La moral del cuidado es solo para las mujeres.
"La moral del cuidado es solo para las mujeres"
. Depender de, no tener vida propia, carecer de autonomía, de independencia en el pensar y en el actuar. “Quien depende de otra persona –se dice-, nunca se equivoca”.
. Perdonar, siempre perdonar, cualquiera fuere la ofensa o la afrenta recibida, incluso al violador en caso de agresión sexual.
. Ser humilde, recatada, comedida, discreta, que no llame la atención, invisible, recluida en el hogar (la mujer como “ángel del hogar”), que se traduce en “humillarse”.
- Renunciar al placer, al disfrute de la vida, al ocio, a la distensión. “La mujer –se dice- tiene que ser hacendosa, siempre tiene que estar ocupada para evitar las tentaciones

Decálogo alternativo de la ética de emancipación de las mujeres

. Resistir al patriarcado, a la misoginia, al sexismo, al androcentrismo y no someterse a sus imposiciones. El patriarcado es una cárcel de la que hay que liberarse.
. Rebelarse contra la sinrazón, que se quiere imponer a las mujeres como verdad. Afirma Mary Wollstonecraft: “Las mujeres solo deben doblegarse a la autoridad de la razón”.
. Negarse a: decir “no”: “no es no” en todos los terrenos: sexual, afectivo, intelectual, moral, laboral, familiar...
. Empoderarse versus humillarse.
. Ser autónoma, independiente: tener un proyecto propio de vida. Escribe Mary Wollstonecraft: “El uso de la razón es lo único que nos hace independientes”.
· Compartir los cuidados, las tareas domésticas. La ética del cuidado no pertenece a la naturaleza de las mujeres ni es tarea única suya; debemos practicarla tanto hombres como mujeres.
. Exigir perdón ante las agresiones, arrepentimiento y propósito de la enmienda.
. Afirmar y defender la propia corporalidad. Afirma Eduardo Galeano: “Dice la ciencia: el cuerpo es una máquina. Dice el mercado: el cuerpo es un negocio. Dice la Iglesia: el cuerpo es pecado. Dice el cuerpo: yo soy una fiesta”.
. Defender la igualdad entre hombres y mujeres: Afirma Mary Wollstonecraft: “Las desigualdades entre los hombres y las mujeres son tan arbitrarias como las referidas al rango, la clase o los privilegios."

Juan José Tamayo