martes, 17 de marzo de 2020

Soltar la creencia...


"Se cuenta que, al ser cuestionada su teoría heliocéntrica, Galileo pidió al cardenal presidente del consejo que lo juzgaba que mirara por el telescopio para poder apreciar por sí mismo el movimiento de los planetas. A tal invitación, el cardenal contestó con tanta rapidez como vehemencia: “No necesito mirar por ningún sitio. Yo sé bien cómo son las cosas”. La creencia no indaga, pontifica; no le interesa la verdad, sino su propia autoafirmación.

Indudablemente, el que sabe no mira –afirma que no necesita mirar–, porque su creencia constituye para él la única verdad. Sin duda, una de las características más peligrosas de toda creencia es su tendencia a identificarse con la verdad. En cuanto eso ocurre, la creencia constituye el mayor obstáculo para abrirse a la verdad, porque actúa como unas anteojeras que no permiten ver sino lo que previamente se ha aceptado. Por ese motivo, el que sabe –el que cree saber– no mira, no indaga e incluso llega a negar lo evidente. 

Soltar las creencias significa, no solo no confundirlas con la verdad –la creencia no es la verdad, como la miel no es el dulzor–, sino aprender a tomar distancia de la mente y de todas sus construcciones –toda creencia no es sino un constructo mental, un pensamiento al que le otorgamos nuestra adhesión–, al advertir que la verdad no cabe en la mente ni puede ser dicha con palabras."

Enrique Martínez Lozano