martes, 31 de agosto de 2021

Nacer a la madurez espiritual…



 “Puesto que todas las cosas tienen su momento, hay un tiempo en que estar en gestación. En efecto, hemos de empezar en un vientre social.

Pero hay también un tiempo en que nacer. El que ha nacido espiritualmente como identidad madura, queda liberado del vientre circundante de mito y prejuicio. Aprende a pensar por sí mismo, ya no guiado por los dictados de la necesidad y por los sistemas y procesos ya trazados.”

Thomas Merton

viernes, 27 de agosto de 2021

Sagrado amor humano…


 

Amor es…

Amar la gracia delicada

del cisne azul y de la rosa rosa; 
amar la luz del alba 
y la de las estrellas que se abren
y la de las sonrisas que se alargan... 
Amar la plenitud del árbol, 
amar la música del agua
y la dulzura de la fruta 
y la dulzura de las almas dulces.... 
Amar lo amable, no es amor.


Amor es ponerse de almohada 
para el cansancio de cada día; 
es ponerse de sol vivo
en el ansia de la semilla ciega 
que perdió el rumbo de la luz, 
aprisionada por su tierra, 
vencida por su misma tierra...


Amor es desenredar marañas 
de caminos en la tiniebla: 
¡Amor es ser camino y ser escala! 
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra bien adentro...

Es entrarse en la entraña de la noche
y adivinarle la estrella en germen... 
¡La esperanza de la estrella!...


Amor es amar desde la raíz negra.
Amor es perdonar; 
y lo que es más que perdonar,
es comprender... 
Amor es apretarse a la cruz,
y clavarse a la cruz,
y morir y resucitar ...

¡Amor es resucitar!


Dulce Mª Loynaz 

domingo, 22 de agosto de 2021

Creencias y convicciones…






 “Quién manda realmente en nuestra vida? ¿Las creencias que cada cual tiene? ¿O las convicciones que determinan lo que cada cual hace? 

No es lo mismo hablar de lo creencias) que de convicciones. Como acertadamente explicó J. Habermas, “la convicción consiste principalmente en el hecho de que está uno dispuesto reflexivamente a dejarse guiar en su actividad por la fórmula de la que está convencido”.


Esto nos viene a decir que nuestras creencias expresan lo que libremente aceptamos como verdadero, por ejemplo, nuestra religiosidad o nuestra espiritualidad, mientras que las convicciones dicen lo que hacemos y lo que dejamos de hacer. Mucha gente no pasa de la creencia a la convicción.


Y es que cuando las “creencias” van por un camino y las “convicciones” por otro, inevitablemente ocurre lo que estamos viendo: el daño más importante que se le puede hacer al cristianismo y a la Iglesia no es el que le hacen los que están fuera, sino el que proviene de quienes estamos dentro. Pero estamos dentro en las “creencias”. Lo que, como es lógico, tranquiliza nuestra conciencia. Y no nos damos cuenta de que la realidad de nuestra vida no brota de las creencias, sino de las convicciones.”


José Mª Castillo


jueves, 19 de agosto de 2021

Con todas, por los derechos y libertades de todas…

 


“Son las religiones –o mejor, sus jerarquías- las que imponen a las mujeres una moral de esclavas y subalternas, resumida en estos siete verbos: obedecer, someterse, aguantar, soportar, sacrificarse por, cuidar de, perdonar.

A dicha moral el feminismo opone como alternativa una ética sustentada en los verbos: resistir, rebelarse, negarse a, empoderarse, ser autónoma, compartir los cuidados, exigir perdón, arrepentimiento, propósito de la enmienda, reparación y no repetición.


El cambio en la moral religiosa patriarcal para con las mujeres exige previamente una teoría crítico-feminista de las religiones, de su organización, de su doctrinas androcéntricas y de las masculinidades sagradas que legitiman los comportamientos de los varones, por muy inmorales que sean, basándose en la masculinidad divina, sobre todo en las religiones monoteístas.


Solo uniéndonos a las luchas feministas para rehabilitar la dignidad negada de las mujeres se podrá construir una cultura de paz y una justicia de género. De lo contrario, la justicia de género no pasará de ser un slogan vacío de contenido que se tornará injusticia patriarcal y mantendrá a las mujeres en una situación de discriminación.


Se está produciendo un cambio de paradigma, que ya resulta imparable. Hasta ahora para las mujeres todos eran deberes y obligaciones. Ahora es el tiempo de sus derechos: a la queja, a la protesta, a la insumisión, al disenso, a la autonomía, a la libertad, a los derechos sexuales y reproductivos. Hasta ahora los únicos pactos eran los que sellaban los varones, para aferrarse al poder y repartírselo patriarcalmente, excluyendo a las mujeres de ellos.


Está comenzando el tiempo de los pactos entre mujeres, inclusivos de todas las personas y colectivos vulnerables. Hasta ahora, los cuerpos de las mujeres estaban colonizados, eran propiedad de los esposos, de los confesores, de los padres espirituales, de los asesores matrimoniales, y objeto de abusos sexuales. Ahora las mujeres reclaman y ejercen el derecho sobre su propio cuerpo. Hasta ahora lo que imperaba como ideal en las relaciones humanas era la fraternidad (de “frater”, hermano). A partir de ahora,  las relaciones entre los seres humanos han de regirse por la fraternidad-sororidad (de “soror”, hermana).”


Juan José Tamayo


domingo, 15 de agosto de 2021

Asuncion de María: vida plena para todas las mujeres…


“Cada momento histórico interpreta la plenitud de vida según sus percepciones, imaginarios, situaciones, comprensiones alcanzadas. De ahí que la figura de María y su plenitud de vida se ha reconocido, por tanto, en el horizonte asignado a las mujeres en la sociedad y en la iglesia: fieles, serviciales, humildes, capaces de entregarlo todo sin pedir nada a cambio.

La pregunta que surge hoy es si este modelo de mujer le dice algo a las jóvenes de hoy e, incluso a tantas mujeres adultas que han tomado conciencia de que la vida plena no significa solamente ‘entrega, renuncia y sacrificio por amor a los demás’, sino que ha de suponer también dignidad personal, lo cual implica, derechos y protagonismo, palabra y autoridad, descanso y fiesta, posibilidad de romper todas las barreras que por razón de su sexo se le han impuesto -a nivel civil, social, político, educativo, laboral, familiar, económico, eclesial, etc.-.


Surge entonces esa otra figura de María profundamente bíblica, aquella que acoge el plan de Dios no con la sumisión de quién se doblega ante el que es más grande que ella, sino que dialoga para entender la propuesta. La María que acepta con un protagonismo activo acompañar la misión de su Hijo.


No es que acomodemos a María a nuestros intereses personales o a las modas de cada momento. Es que el Dios que se revela en la historia sigue actuando en cada presente y nos permite interpretar de nuevas maneras la Palabra de Dios que dicha en un momento histórico -con sus géneros literarios, costumbres, códigos, visiones de su época-, es capaz de seguir hablando para todos los momentos.


Precisamente la hermenéutica feminista, ha permitido releer los textos desde la realidad de las mujeres y subrayar lo que en otro contexto quedó invisibilizado; entender los alcances y límites de todo texto bíblico y distinguir la revelación de las categorías socioculturales de un momento determinado. Por eso puede y debe proponer nuevos sentidos que iluminen este presente y transformen todo aquello que no corresponde a la intencionalidad del querer de Dios.


Es verdad que en muchos lugares ya existe una legislación que ha superado las muchas barreras que tuvieron las mujeres durante siglos. Que sigue creciendo la conciencia de la urgencia de transformar la sociedad patriarcal y machista por una sociedad igualitaria e incluyente en el que las mujeres no ocupen un segundo lugar. Que hay más educación, más posibilidades, más equidad para las mujeres. Pero también es verdad que hay muchos frenos, temores y prejuicios frente a esta nueva manera de ser mujeres y, no pocas veces, liderados por las iglesias. 


Por eso repensar nuestras fiestas religiosas y, especialmente, recuperar la ‘vida plena’ que María nos señala, no es una estrategia feminista sino una exigencia ética y evangélica de liberar a la Virgen de los estereotipos patriarcales, para encontrarla como abanderada de esa igualdad fundamental que la comunidad que surgió en torno a Jesús proclamó como querer de Dios.


En otras palabras, celebrar la Asunción de María es seguir creyendo que si en ella fue posible esa vida plena, también debe serlo para todas las mujeres, aquí y ahora, sin ninguna excepción.”


Consuelo Vélez 

sábado, 14 de agosto de 2021

Sumergirse en Dios…


 “Es posible aún creer en Dios en un mundo que manipula a Dios para atender a intereses perversos del poder? Sí, es posible, a condición de que seamos ateos de muchas imágenes de Dios que entran en conflicto con el Dios de la experiencia de los practicantes religiosos sinceros y consecuentes y de los puros de corazón.

Entonces la cuestión hoy es: ¿Cómo hablar de Dios, sin pasar por la religión? Pero podemos hablar secularmente de Dios sin mencionar su nombre. Como bien decía el gran profeta ya fallecido, don Casaldáliga: si un opresor dice Dios, yo le digo justicia, paz y amor, pues estos son los verdaderos nombres de Dios que él niega. Si el opresor dice justicia, paz y amor, yo le digo Dios, pues su justicia, paz y amor son falsos.


Podemos hablar secularmente de Dios a partir de un fenómeno humano que, analizado, remite a la experiencia de aquello que llamamos Dios. Pienso en el entusiasmo. Entusiasmo significa, pues, tener un Dios dentro, ser tomado por una Energía singular que nos hace luchar por la vida, por los derechos y por los empobrecidos. 


El entusiasmo es eso, el Dios interior. Viviendo el entusiasmo, en este sentido radical, estamos vivenciando la realidad de aquello que llamamos Dios. Esta representación es aceptable porque Dios se ha vuelto íntimo y dentro de nosotros, aunque también siempre más allá de nosotros. Bien decía Rumi, el mayor místico del Islam: “Quien ama a Dios, no tiene ninguna religión, a no ser Dios mismo”. Dios mismo no tiene religión.


En estos tiempos de idolatría oficial hay que recuperar este sentido originario y existencial de Dios. Su nombre es amor, es justicia, es solidaridad, es gratuidad, es tener compasión e infinita misericordia. Quien vive en esta atmósfera de valores, está sumergido en Dios. Somos habitados por el Dios interior a través del entusiasmo que da sentido a nuestras luchas. 


Sin pronunciar su nombre, lo acogemos reverentemente como entusiasmo que nos hace vivir y nos permite la alegre celebración de la vida.”


Leonardo Boff

miércoles, 11 de agosto de 2021

Frustración y absurdo…

 


“La ermita avanza, pero compruebo que mi ansiedad crece con ella, porque el abad sigue dando a entender que no desea que yo me instale en ella y que, si la uso, ha de ser de forma muy limitada. Me refiero a que el abad ha dejado bien claro que yo no voy a vivir en la ermita, ni a dormir ni a decir misa en ella.

Resulta especialmente frustrante disponer de una instalación tan hermosa como esta (oculta en medio de los pinos) y tener que mantenerse alejado de ella. Por otra parte, estoy convencido de que el abad no se preocupa por saber cuáles son mis sentimientos al respecto; él está seguro de que mis deseos son absurdos e incluso le inspiran recelo. Pero entonces, ¿porqué autorizó algo que, evidentemente, iba a acrecentarlos? Realmente, yo no le pedí tal cosa, sino que más bien le manifesté mis serias dudas acerca del proyecto y le ofrecí cinco o seis oportunidades de dar marcha atrás y de pararlo todo. Todo esto parece haberlo olvidado ahora por completo.


Mientras tanto, me cuesta muchísimo aparentar ser amable y sociable. Es verdad que tampoco puedo decir que lo haya intentado muy en serio. Me disgusta profundamente la estúpida mentalidad que cultivamos en nuestros monasterios. Culto deliberado de la frustración y del absurdo. Absurdidad profesional.


¿No es la vida ya lo suficientemente absurda sin necesidad de que le añadamos nuestras propias frustraciones y nuestras fantásticas estupideces?


Sin embargo, tan pronto como pongo mis pies en el bosque y asciendo hasta el lugar donde están fabricando la casa, estoy en condiciones de olvidarme de todo esto. Por desgracia, nada más volver, me encuentro en ella peor que nunca.”


Thomas Merton

(Diarios, octubre 1960)

domingo, 8 de agosto de 2021

Formas de poder eclesial…



 “En la Iglesia actual no se aplica la violencia física del pasado, cuando religión y Estado estaban estrechamente unidos y los disidentes eran considerados desintegradores de la identidad cristiano-católica y social. 

Hoy esto ha desaparecido. Quedan, con todo, otras formas de violencia moral y psicológica que siguen siendo practicadas en la institución eclesial y que manifiestan un tipo de poder que no tiene en cuenta el derecho a la legítima diversidad en la Iglesia y la exigencia evangélica del diálogo y de la superación del miedo. Señalaremos algunas que son práctica muy frecuente en la Iglesia.


El centralismo es una forma refinada de violencia, que concentra el poder de decisión en una burocracia eclesiástica alejada de la realidad, ignorante de los desafíos que se presentan a los creyentes e incapaz de admitir la pluriformidad. Así, se ejerce la violencia al tratar a los creyentes de todas las categorías como menores de edad, necesitados de superprotección y de una disciplina impuesta con criterios miopes.


Otra forma de violencia frecuente en las estructuras eclesiales es la del autoritarismo patriarcal. Prueba de ello es, entre otras cosas, la exclusión de las mujeres de los espacios de participación a todos los niveles. El autoritarismo se cubre con el manto del poder sagrado que protege a quienes actúan de esta manera. En nombre del poder sagrado exigen obediencia ciega y comprensión.


También es una forma de violencia un dogmatismo que no admite que vivimos en un mundo pluralista, donde ya no es posible vivir dominados por un monocentrismo religioso, cultural y teológico. Sin distinguir lo esencial de la fe de sus formas de expresión teológica, el dogmatismo impone una sola perspectiva teológica: la tradicionalista, hija de condicionamientos filosóficos y culturales del pasado.”


Camilo Macisse (ocd)

jueves, 5 de agosto de 2021

El peligro de la inercia en el cristianismo…

 


“Existe la tentación de la inercia: o negarse al cambio o defenderse de él con meras acomodaciones. En lo religioso, esto resulta prácticamente inevitable. Los tradicionalismos, fideísmos y fundamentalismos son la reacción extrema y, por lo mismo, más visible y fácil de superar. Más sutil es la simple acomodación que cambia algo para que todo permanezca.

Por instinto defensivo y por el mismo peso de la dificultad, creo que éste es hoy el gran peligro del cristianismo. Comprendida la necesidad de una renovación, se hace a medias. Se acepta la crítica bíblica, pero se hacen lecturas fundamentalistas (es el caso del Nuevo Catecismo). Se acepta la necesidad de reformar la Iglesia, pero se refuerza su juridicismo centralista (es el caso del Nuevo Código). Se acepta la existencia de un cambio radical en la concepción de la revelación, pero se siguen manteniendo los antiguos esquemas.


La experiencia religiosa auténtica no consiste en "vivir de memoria" de una revelación pasada, sino un vivir actual desde un Dios que se revela ahora. La revelación como descubrimiento culminó en Cristo, pero eso no significa que la revelación haya acabado. Se trata de una relación viva, en la que, aquí y ahora, yo reconozco a Dios presente, hablándome.”


Andrés Torres Queiruga

lunes, 2 de agosto de 2021

Felicidad…

 


“Jesús cree en el Dios personal feliz (que hace feliz al ser humano) y en el valor y tarea (acción externa) de felicidad que irradia la persona iluminada. Por eso ha insistido en la presencia de Dios en la vida de los seres humanos, en medio de sus relaciones sociales y sexuales, insistiendo en el amor de unos a otros. 

Lógicamente, él no creó un movimiento de monjes separados (que han surgido mucho más tarde en la Iglesia), sino un “reino” de hombres y mujeres en el mundo, en comunicación integral de felicidad.


En el principio de las bienaventuranzas de Jesús no está la negación del deseo, sino el amor positivo, de forma que las personas pueden gozar viviendo y compartiendo lo que son, en un camino de felicidad, dentro de esta misma tierra.”


Xabier Pikaza