domingo, 8 de agosto de 2021

Formas de poder eclesial…



 “En la Iglesia actual no se aplica la violencia física del pasado, cuando religión y Estado estaban estrechamente unidos y los disidentes eran considerados desintegradores de la identidad cristiano-católica y social. 

Hoy esto ha desaparecido. Quedan, con todo, otras formas de violencia moral y psicológica que siguen siendo practicadas en la institución eclesial y que manifiestan un tipo de poder que no tiene en cuenta el derecho a la legítima diversidad en la Iglesia y la exigencia evangélica del diálogo y de la superación del miedo. Señalaremos algunas que son práctica muy frecuente en la Iglesia.


El centralismo es una forma refinada de violencia, que concentra el poder de decisión en una burocracia eclesiástica alejada de la realidad, ignorante de los desafíos que se presentan a los creyentes e incapaz de admitir la pluriformidad. Así, se ejerce la violencia al tratar a los creyentes de todas las categorías como menores de edad, necesitados de superprotección y de una disciplina impuesta con criterios miopes.


Otra forma de violencia frecuente en las estructuras eclesiales es la del autoritarismo patriarcal. Prueba de ello es, entre otras cosas, la exclusión de las mujeres de los espacios de participación a todos los niveles. El autoritarismo se cubre con el manto del poder sagrado que protege a quienes actúan de esta manera. En nombre del poder sagrado exigen obediencia ciega y comprensión.


También es una forma de violencia un dogmatismo que no admite que vivimos en un mundo pluralista, donde ya no es posible vivir dominados por un monocentrismo religioso, cultural y teológico. Sin distinguir lo esencial de la fe de sus formas de expresión teológica, el dogmatismo impone una sola perspectiva teológica: la tradicionalista, hija de condicionamientos filosóficos y culturales del pasado.”


Camilo Macisse (ocd)