“Cuando soy liberado por el silencio, cuando ya no estoy involucrado en la medición de la vida, sino en su vivencia, puedo descubrir una forma de oración en la que efectivamente no hay distracción. Toda mi vida se convierte en oración. Todo mi silencio está lleno de oración.
El peligro es que nuestras propias oraciones se interpongan entre Dios y nosotros. Lo grande en la oración no es orar, sino ir directamente a Dios.
Sin embargo, el hecho es que si desciendes a las profundidades de tu propio espíritu y llegas a algún lugar cercano al centro de lo que eres, te enfrentas a la ineludible verdad de que, en la raíz misma de tu existencia, estás en constante e inmediato contacto con el amor infinito de Dios.”
Thomas Merton