domingo, 30 de mayo de 2021

Merton también sufrió la censura eclesiástica...


 “La idea de que alguien se sacrifica por una causa no nos transmite un mensaje de consuelo, sino simplemente de inutilidad. Personalmente, no quiero ser mártir al servicio de nada. Lo siento. 

Yo deseaba actuar como un cristiano razonable, civilizado y responsable de mi tiempo. Pero no se me permite actuar así. Se me dice que he renunciado a ello. ¡Estupendo! ¿A cambio de qué? A cambio de un silencio que mantiene una complicidad completa y total con las fuerzas sustentadoras de la opresión, la injusticia, la agresión, la explotación y la guerra.


En otras palabras, la complicidad silenciosa es presentada como un “bien mayor” que una protesta sincera y concienzuda: se supone que dicha complicidad forma parte de mi vida consagrada, “para mayor gloria de Dios”.


Por mi parte, rechazo inequívocamente la complicidad. Y quienes me conocen son conscientes de este hecho. 


Al menos, he podido escribir lo suficiente como para dejar claro este hecho.”


Thomas Merton 

jueves, 27 de mayo de 2021

Francisco: bonitos discursos, pero sin actitudes reales de cambio...

 


“Según la etimología, sínodo significa “caminar juntos”, pero en la Iglesia Católica designa sobre todo una reunión de cientos de obispos en Roma presidida por el Sumo Pontífice plenipotenciario, representante del “Cristo divino” en el mundo.

Un sínodo es una reunión en la que casi solo hablan los obispos, nombrados por el papa, y solo ellos votan. Es el clericalismo jerárquico y piramidal en su más pura versión, que el papa Francisco ha criticado pero no corregido.


En sus ocho años de pontificado, ha convocado cuatro sínodos, de los que se han celebrado tres. ¿Y en qué se avanzó? Lo diré en dos palabras: “En nada”. Una nada revestida de mucha retórica. Ocho años son demasiados para no dar ningún paso decisivo e irreversible. No le quedan otros ocho. Y no vale decir que el papa sí quiere, pero no puede por miedo al cisma. La inacción y la inmovilidad está llevando al peor cisma: el abandono de los mejores y el vacío general creciente.


Durante sus ocho años de pontificado, tampoco ha tocado ni una letra del Derecho Canónico ni una coma del Catecismo con su doctrina y su teología más tradicional e inmovilista. Porque este papa, en nombre de un “Dios” imaginado como Ente personal supremo, ofende gravemente a millones de lesbianas, gais, transexuales, bisexuales, intersexuales, queers… cristianas/os, negándoles el reconocimiento y la bendición, y no acepta lisa y llanamente que los divorciados vueltos a casar puedan comulgar en la mesa de Jesús, y sigue humillando a la mitad femenina de la Iglesia católica, negándoles su pleno estatuto eclesial.”


José Arregi

lunes, 24 de mayo de 2021

Jesús...


“Jesús fue un laico en contradicción permanente con los hombres piadosos y sagrados de su tiempo, fariseos y sacerdotes. No propuso creencias, sino actitudes. No lo vemos nunca practicando ningún rito, sino acercándose a la gente. 


Jesús fue un hombre espiritual y un maestro ético. No quiso fundar ninguna religión y, por eso, no es responsable de ninguno de los dogmas construidos desde el poder religioso sobre la memoria apasionada de quienes lo conocieron. 


Jesús propuso una ética de relaciones humanas. Inspiró un movimiento espiritual y social de hombres y mujeres que, buscando a Dios, buscaban la justicia y la construcción de lo que llamaba el Reino de Dios, contrapuesto a la realidad de opresión e injusticias que le tocó vivir en su país y en su tiempo.”


María López Vigil 

viernes, 21 de mayo de 2021

Hacer proselitismo en nombre de la verdad...


“En la historia de la humanidad ha sido recurrente el afán por llevar a los otros la propia “verdad”, en la convicción de que se trataba de la verdad absoluta. A partir de la creencia de estar en posesión de la verdad (incluso de ser depositarios de la verdad divina o revelada por el mismo Dios), se embarcaban en la tarea de extenderla por todo el mundo, creyendo hacer el mejor servicio a la humanidad.

Esa creencia (característica del nivel mítico de consciencia), que identifica el “mapa mental” del grupo propio con la verdad absoluta, se halla en el origen del proselitismo en cualquiera de sus formas. 


A lo largo de la historia, la actitud proselitista se ha movido desde una cierta tolerancia (particularmente, mientras el grupo se hallaba en minoría con respecto a la sociedad general), hasta la condena y la persecución de quienes, resistiéndose a adoptar la creencia “oficial”, eran tachados de “herejes” o “blasfemos”. Y todo ello se hacía desde la “buena fe” de quienes, como los inquisidores, ordenaban quemarlos, con el fin de “salvar sus almas”.


 El error de base no era otro que la absolutización de la propia creencia (recogida en afirmaciones del tipo: “la nuestra es la única religión verdadera”, o “fuera de la iglesia no hay salvación”), que confundía la verdad con un concepto, sobre la idea de que la mente era capaz de contenerla.


 Hoy somos más conscientes de que la mente solo puede operar con objetos, por lo que únicamente se mueve en el mundo de sus propias construcciones mentales. Somos más conscientes de que la mente no puede atrapar ni poseer la verdad. Desechada su pretensión de poseer la verdad, caemos en la cuenta de que no puede tener sino perspectivas y opiniones, con las cuales elabora conceptos y “mapas mentales” con los que se maneja. Lo menos inadecuado que puede suceder es que tales mapas “apunten” hacia la verdad de la manera menos engañosa.


 La verdad no es un concepto ni una creencia. No puede ser poseída. Nadie la “tiene”. Lo cual no significa que no exista.


La verdad es. No puede ser poseída, pero nos sostiene. De hecho, todos nosotros estamos habitados por un “anhelo de verdad”. Pero la verdad no es un concepto ni una creencia (como pensaban nuestros antepasados); la verdad es una con la realidad; la verdad es lo que es.”


Enrique Martínez Lozano

lunes, 17 de mayo de 2021

Indignación de Jesús ante la injusticia...

 


“Jesús adoptó una actitud de rebeldía frente al sistema y se comportó como un insumiso ante el orden establecido. El conflicto, nacido de la indignación, define su modo de ser, caracteriza su forma de vivir y constituye el criterio ético de su práctica liberadora. La insumisión y la resistencia fueron las opciones fundamentales durante su actividad pública, tanto en el terreno religioso como en el político, ambos inseparables en una teocracia. Ellas fueron la clave hermenéutica que explica su trágico final.

Indignado con la religión oficial. Jesús se indignó con la religión oficial y sus intérpretes, que anteponían el cumplimiento de la ley al derecho a la vida e incitaban a la venganza en vez de llamar al perdón. Cuando estaba en juego la vida y la libertad de las personas infringió las leyes judías del ayuno, del sábado, de la pureza, etc., y justificó que sus discípulos las incumplieran. Comió con pecadores y publicanos y osó afirmar con harto escándalo de los “bien pensantes” que las prostitutas precederían a los escribas y fariseos en el reino de los cielos. Colocó en el centro del nuevo movimiento igualitario la práctica de las Bienaventuranzas, carta magna de la nueva sociedad.


Indignado con los poderes religiosos. Las autoridades religiosas vivían una escisión entre la realidad y la apariencia. Su actitud no podía ser más hipócrita: decían y no hacían, absolutizaban la Torá e imponían al pueblo cargas legales que ellos mismos no cumplían. Jesús les echó en cara la falsedad de su magisterio y su falta de coherencia. Por eso ni les reconoció la autoridad de la que presumían, ni siguió sus enseñanzas. El conflicto con dichas autoridades fue permanente.


Indignado con los poderes económicos. La acumulación de bienes fue quizá la causa más importante de la indignación de Jesús, convencido como estaba de la incompatibilidad entre servir a Dios y al dinero, de que toda riqueza es injusta y se convierte en un medio de dominación y de opresión de las minorías opulentas contra las mayorías populares. Cuestionó las raíces materiales y religiosas –generalmente unidas- de la exclusión y luchó por erradicarlas. Se puso del lado de los grupos marginados social, política y religiosamente: publicanos, pecadores, prostitutas, personas enfermas, paganas, samaritanas y gente considerada “de mal vivir”. Era en su compañía como se encontraba más a gusto. Era compartiendo mesa con dichas personas como se sentía feliz.


Indignado con el poder político. La indignación de Jesús subió de tono cuando se enfrentó con los poderosos, a quienes acusó de opresores, y con la tiranía que imponía Roma a su pueblo. Precisamente la condena a muerte de Jesús, y muerte de cruz, dictada y ejecutada por la autoridad romana, fue la consecuencia lógica de la indignación con el poder político, a quien negaba legitimidad, y contra el Imperio, a quien consideraba invasor. El reino de Dios, que él anunciaba, constituía el mayor alegato contra el Imperio. Lo expresa con toda nitidez y fuerza profética Pedro Casaldáliga.


Indignado con la religión y la sociedad patriarcales, Jesús denunció las múltiples marginaciones a las que eran sometidas las mujeres por mor de la religión y de la política, se opuso a las leyes que las discriminaban (lapidación por adulterio, libelo de repudio) y las incorporó a su movimiento en igualdad de condiciones que a los varones y con el mismo protagonismo. El movimiento de Jesús comenzó precisamente en Galilea en el seno de un grupo de mujeres emancipadas del patriarcado, que lo acompañaron hasta el momento trágico de su crucifixión y fueron las primeras testigos de la experiencia de la Resurrección, que dio origen a la Iglesia cristiana. Sin el testimonio de las mujeres quizá no existiera la Iglesia cristiana. Fue en el movimiento de Jesús donde ellas recuperaron la dignidad que les negaba la religión oficial, la ciudadanía que les negaba el Imperio y la libertad que les negaban sus conciudadanos varones.


La indignación de Jesús de Nazaret con los poderes económicos, religiosos, políticos y patriarcales de su tiempo constituye un desafío para los cristianos y cristianas de hoy.”


Juan José Tamayo

viernes, 14 de mayo de 2021

Apertura a lo divino que nos habita...


 “Todas las religiones van enfocadas hacia una Realidad última. En occidente, desde hace algunos milenios, la denominamos Dios, otros la llaman Tao, Nirvana o Brahmán. La oración es comunión con esta Realidad última. Es el intento de entrar en contacto consciente con ella que nos penetra siempre.

La oración supone cierta polaridad; la que hay entre el ser humano y Dios, entre lo finito y lo infinito, lo individual y lo universal, lo imperfecto y lo perfecto. La oración se basa en esta condición de tensión interior, intentando unir lo que está separado. Pretende poder en contacto nuestra consciencia cotidiana con nuestra naturaleza auténtica, con lo divino en nosotros. La oración crea unidad entre dos aspectos de la realidad que están desunidos en nosotros.


Tanto lo personal como lo transpersonal forma parte de los seres humanos, o, usando la terminología religiosa, lo humano y lo divino. Es un sistema de coordenadas: natural - sobrenatural. Si estamos en el centro de este sistema de coordenadas, seremos totalmente humanos. Quien descuida, o incluso niega, lo divino en su existencia, quedará estancado en su proceso de maduración.


Las personas deberían rezar para abrirse a lo divino, para que lo divino rece en ellas. La verdadera oración no pide nada. Es puro abandono. En la mística la oración de petición es la forma inferior de acercamiento a Dios.”


Willigis Jäger

martes, 11 de mayo de 2021

Como tú...



“Yo, como tú, 

amo el amor, la vida, el dulce encanto

de las cosas, el paisaje

celeste de los días de enero.


También mi sangre bulle

y río por los ojos

que han conocido el brote de las lágrimas.


Creo que el mundo es bello,

que la poesía es como el pan, de todos.


Y que mis venas no terminan en mí

sino en la sangre unánime

de los que luchan por la vida,

el amor,

las cosas,

el paisaje y el pan,

la poesía de todos.”


Roque Dalton


viernes, 7 de mayo de 2021

Libertad y modestia en la interpretación de la fe...


 “La fe no existe nunca en estado puro, sino siempre en el seno de una interpretación determinada. Pero si ha de vivir en la historia, no puede quedar estancada en un tiempo determinado, sino que debe atravesarlos todos, adaptándose a sus necesidades y aprovechando sus posibilidades.

Por una estricta fidelidad al dinamismo de la fe, debemos trabajar en la búsqueda de una interpretación y de su correspondiente lenguaje que, rompiendo moldes culturales que ya no son los nuestros, hagan transparente el sentido originario para los hombres y mujeres de hoy.


Lo cual implica, a la vez, modestia y libertad. Modestia, porque parece claro que ninguna época puede pretender que su interpretación es única o definitiva, ni siquiera la mejor: nuestras actualizaciones son siempre provisionales. 


Pero libertad también porque, precisamente por eso, toda época tiene derecho a su interpretación.”


Andrés Torres Queiruga 

lunes, 3 de mayo de 2021

Las leyes canónicas discriminan y subordinan a las mujeres...



“La mujer, por mujer, se siente mal en la sociedad actual. Pero acontece que donde peor está, y se siente la mujer, es nada menos que precisamente en la Iglesia, tan “santa, tan católica y apostólica”. 


La Iglesia (institución religiosa y Estados Pontificios), es situación y lugar en la que sus derechos más elementales, como los inherentes a su propio ser, les siguen siendo cuestionados, negados y renegados.


Desde tal situación, dentro de la institución católica, me animo a apuntar estas sugerencias con el objetivo de que la mujer deje de padecer situaciones tan gravemente discriminatorias en relación con el hombre:


Organismos e instituciones estatales civiles, públicas o privadas debieran ya haber organizado efectivas campañas de concienciación e información acerca de cómo son conculcados , y además, “en el nombre de Dios”, tales derechos en los ámbitos femeninos de la Iglesia.


La ley canónica, que les impide compartir las mismas responsabilidades que el varón, precisa de una denuncia por parte de las autoridades civiles, en un Estado mínimamente democrático. 


Algo que afecta de lleno y sustancialmente al ser y al ejercer de personas, libres e independientes, no es posible escatimárselo y negárselo a la mujer por mujer. Menos aún, cuando dentro de la misma Iglesia, profesionales del ramo de las Ciencias Sagradas  (Teología y Biblia) están convencidos de que la marginación que sigue padeciendo la mujer es una rutina más, alentada por intereses humanos. 


A la mujer es preciso abrile ya de par en par las puertas de todas las responsabilidades eclesiales, por su condición de persona, en seguimiento del comportamiento que Jesús mantuvo con ellas.”


Antonio Aradillas