“Jesús fue un laico en contradicción permanente con los hombres piadosos y sagrados de su tiempo, fariseos y sacerdotes. No propuso creencias, sino actitudes. No lo vemos nunca practicando ningún rito, sino acercándose a la gente.
Jesús fue un hombre espiritual y un maestro ético. No quiso fundar ninguna religión y, por eso, no es responsable de ninguno de los dogmas construidos desde el poder religioso sobre la memoria apasionada de quienes lo conocieron.
Jesús propuso una ética de relaciones humanas. Inspiró un movimiento espiritual y social de hombres y mujeres que, buscando a Dios, buscaban la justicia y la construcción de lo que llamaba el Reino de Dios, contrapuesto a la realidad de opresión e injusticias que le tocó vivir en su país y en su tiempo.”
María López Vigil