domingo, 31 de enero de 2021

Poema de Thomas Merton (Para M. en octubre)


“Si tú y yo pudiésemos coincidir en lo alto

De esa nube serena

Como dos rayos

De sol o como aves

Que emigran a Sudamérica

O distraídos espíritus

Que inocentemente vuelan juntos

En el aire.

O si pudiéramos estar

Unidos como dos barcas amarradas

O como sólidas balsas errantes

Que se deslizan río abajo hacia St. Louis o Nueva Orleáns

Si fuera posible fundirnos como los dos versos 

De una canción de amor

Dos acordes sonando al unísono

Un acompañamiento perfecto

Y ser dos símbolos del mismo enigma

 ¡Oh, si se nos permitiera recuperar 

Y contar otra vez

Nuestro sueño de verano!

Si incluso tú y yo pudiésemos comenzar de nuevo

Como dos extraños en este campo abandonado 

Donde saltan los grillos

Alrededor de mis pies como la espuma

De un verde océano...

Pero estoy solo

Solo deambulando de arriba abajo

Reclinado en el viento absurdo

Y gritando como un loco

“Si solamente tú y yo 

Fuésemos posibles”

Pero no importa:

Esta noche es luna llena

Y tú cimbreándote entre los edificios

Yo sobre los árboles

La veremos salir juntos.”


Poema de Thomas Merton (“Para M. en octubre”)



(Thomas Merton nació un 31 de enero de 1915. Hoy hubiera cumplido 106 años.

Merton escribió 18 poemas para Margaret Smith, la mujer de la que Merton se enamoró en 1966, y con la que mantuvo una intensa relación. Aunque siguieron manteniendo contacto hasta el final, cuatro meses antes de morir, Merton quemó toda la correspondencia entre ellos. Pero entregó estos poemas a un amigo suyo, para que fueran publicados en un libro después de su muerte.

Margaret Smith nunca quiso hablar públicamente de esta relación.)

martes, 26 de enero de 2021

Felices...



 “Felices quienes aprenden de otras realidades culturales, religiosas, étnicas, porque así podrán conocerse mejor a sí mismos.

Felices quienes son capaces de desprenderse de dogmas, frialdades y miradas estrechas, para entenderse en lo esencial de la fe, de la esperanza, de la vida.


Felices quienes tienen, igual queJesús, como único dogma el amor y el Reino de Dios, pues esos fueron para el Mesías sus puntos de referencia, primeros, últimos, definitivos.


Felices quienes se abren al pluralismo religioso y cultural, porque se descentrarán de sus imágenes falsas y se acercarán a la dinámica dimensión amorosa del Misterio, que nos envuelve, que nos da la vida, que nos acerca y nos une a todos los seres humanos.


Felices quienes van más allá de sus creencias y se abren a las demás religiones de la  tierra en un hermoso y divino macro ecumenismo, porque solo así cumplirán la voluntad de Dios, Padre y Madre de toda la humanidad, que no ha hecho jamás ninguna distinción entre personas por su forma de ser, vivir o creer.”


Miguel Ángel Mesa Bouzas 

sábado, 23 de enero de 2021

Lo esencial del cristianismo no es la iglesia...

 “Para conocer el centro de la fe cristiana no hay que acudir a ninguna teoría teológica. Lo primero es captar qué fue para Jesús su objetivo, el centro de su vida.

El objetivo de Jesús fue introducir en el mundo lo que él llamaba “el reino de Dios”: una sociedad estructurada de manera justa y digna para todos.


Cuando Dios reina en el mundo, la humanidad progresa en justicia, solidaridad, compasión, fraternidad y paz. A esto se dedicó Jesús con verdadera pasión. Por ello fue perseguido, torturado y ejecutado. “El reino de Dios” fue lo absoluto para él.


La única manera de mirar la vida como la miraba Jesús, la única forma de sentir las cosas como las sentía él, el único modo de actuar como él actuaba, 

es orientar la vida a construir un mundo más humano.


Una de las “herejías” más graves que se ha ido introduciendo en el cristianismo es hacer de la Iglesia lo absoluto. Pensar que la Iglesia es lo central, la realidad ante la cual todo lo demás ha de quedar subordinado; hacer de la Iglesia el «sustitutivo» del reino de Dios; trabajar por la Iglesia y preocuparnos de sus problemas, olvidando el sufrimiento que hay en el mundo y la lucha por una organización más justa de la vida.


No es fácil mantener un cristianismo orientado según el reino de Dios, pero, cuando se trabaja en esa dirección, la fe se transforma, se hace más creativa y, sobre todo, más evangélica y humana.”


José Antonio Pagola

miércoles, 20 de enero de 2021

Sobre Dios, todo son hipótesis...


 “Nuestros pensamientos más altos, más audaces y sublimes tan sólo son hipótesis.Todo lo que se ha dicho sobre Dios y lo que aún se dirá no son más que hipótesis.

Bueno, ni siquiera una hipótesis sobre Dios mismo, sino una hipótesis sobre algo que nosotros, con nuestros pensamientos, nos imaginamos como el Dios infinito.


Pero estas hipótesis tienen un sentido. Acercan a Dios. Porque te conducen a los lugares donde Su presencia ha dejado su resplandor.


Sólo que quien se quede en esas hipótesis, tomándolas como verdad, tiene en sus manos a un ídolo, pero no a Dios.


Debemos ir más allá de esas hipótesis, siempre más allá y más allá. En toda hipótesis debemos reconocer: todo eso es demasiado pequeño, demasiado ínfimo para Dios.


Y así este camino nos lleva allí donde Dios está realmente: al silencio. Donde terminan el ver y el conocer, allí comienza la presencia de Dios.”


Willigis Jäger

sábado, 16 de enero de 2021

Una legalización canónica de la mujer serviciaria y monaguilla...


 “Con tiritona, asombro y despecho, nos llegó la noticia de la concesión por parte de los organismos curiales de Roma, con el correspondiente “Motu Proprio” pontificio, de unas cuantas migajas litúrgicas para el “devoto sexo femenino”, de ciertas actividades-ministerios que hace ya tiempo ejercía en la Iglesia, pero que en realidad eran de competencia exclusiva del hombre, por su condición de varón.

Tal noticia, para serlo, ha exigido nada menos que la reforma de uno de los artículos del Código de Derecho Canónico, de los que avalan su “santa” legalidad, con los anatemas y descalificaciones eternales católicas.


La noticia de que a la mujer en la institución eclesiástica (ritos, ceremonias administración, y rezos), a lo que más le sea lícito canónicamente aspirar, es a ejercer de monaguillo, resulta algo infumable, indigerible y rechazable con toda clase de razonamientos divinos y humanos. 


La mujer-monaguillo, a estas alturas de las sensibilidades personales, profesionales, políticas, cívicas y aún religiosas -en otras Iglesias- ni es ni podrá ser “noticia”. La noticia está y es, en que se haya tenido que esperar hasta ahora para un reconocimiento tan parco, estúpido y tan poco humano, nada ejemplar y cristiano y, por demás, ajeno a los santos evangelios y al comportamiento de Jesús. “Concesión”, tan benevolente con su “Motu Proprio” -titular de primera página para los informadores del ramo- , para muchos más, 

no deja de ser la humilde y agradecida confesión de un “quiero y no puedo”.


Que sea noticia la legalización canónica de la mujer serviciaria y monaguilla, resulta no solo ofensivo y chocante para ella y para la institución eclesiástica, 

sino provocador de hilaridades y chistes, poco o nada piadosos…


La única información que pueda y deba ser “noticia”, en la relación mujer-Iglesia, es la de que la mujer llegó ya a ser equiparada legítimamente al hombre dentro de la Iglesia, con reconocida capacidad para administrar todos los sacramentos y asumir cuantas responsabilidades hasta el presente eran de exclusiva competencia “patriarcal” o machista.”


Antonio Aradillas

miércoles, 13 de enero de 2021

Continúan el atraso y la desigualdad...


“La Iglesia católica es una de las organizaciones más atrasadas en términos de igualdad de género en el mundo al haber institucionalizado la preeminencia del hombre en un corpus de leyes y normas de funcionamiento que excluye a las mujeres de las tareas principales. Solo los hombres pueden ejercer el sacerdocio y acceder por tanto a los cargos eclesiásticos y solo ellos pueden impartir los sacramentos. Desde hace décadas, sin embargo, ante las cifras menguantes de ayudantes masculinos y de las ordenaciones subsiguientes, las mujeres han contribuido en la práctica al desempeño de las tareas de eucaristía o como monaguillas sin contar con el reconocimiento adecuado.


El papa Francisco puso ayer fin a esa falta de reconocimiento oficial y, mediante un motu proprio (documento pontificio), decretó que las mujeres puedan hacerlo de forma regulada. Se trata de poder acceder al altar para realizar el lectorado (leer en misa) y el acolitado (apoyo al sacerdote o al diácono en varias actividades y de forma extraordinaria distribuir la comunión). El Pontífice corrige así un documento promulgado por Pablo VI en 1972 que daba a los hombres en exclusiva esas dos potestades.


El paso dado por el Papa no supone ningún avance sustancial en la situación de la mujer en la Iglesia católica, que sigue relegada a tareas de ayuda, asistencia o monja, y no es otra cosa que el reconocimiento oficial de una labor que ya venía desempeñando de facto. En ese sentido es bienvenido, pero debe subrayarse su insuficiencia.


El Sínodo de la Amazonia celebrado en octubre 2019 votó a favor de estudiar y plantear el papel de las mujeres, la posible ordenación de diaconisas y también de hombres casados ante una realidad complicada en ese territorio por la falta de sacerdotes. Nada de ello salió adelante ante un sector ultraconservador que se movilizó en defensa de la tradición y, especialmente, del celibato. Más de un año después, el paso dado ayer por el Papa es, finalmente, el único resultado palpable de aquel interesante debate. Lejos aún del diaconato, que en un grado inferior de la jerarquía eclesiástica les permitiría impartir bautizo, bendecir matrimonios o trasladar hostias.


La Iglesia católica, la más importante de todas las cristianas, organización con más de 1.300 millones de seguidores en todo el mundo y que vive cierta expansión en Asia y África, haría bien, por sí misma y por la sociedad a la que pretende servir, en dar pasos para actualizarse, para adaptarse y para ser vehículo y motor de la igualdad tan necesaria en un mundo desequilibrado. Queda mucho camino por delante.”


Editorial diario El País, 12/01/2021 

martes, 12 de enero de 2021

Dios encarnado en cada persona...


Creo que una de las cosas más negativas de la religión ha sido el antropomorfismo. Y de ahí en más el terrible engaño de que para que Dios me ame tengo que ser buena. De que Dios me exige, me juzga, me manda pruebas terribles para mi bien, etc. Se instala el miedo, la sumisión, el comercio, la magia y tantas cosas para aplacar a este Dios exigente que nos puede condenar por toda la eternidad.

Por eso cuando pude sentirme inhabitada por Dios, y verlo en todas sus formas me sentí libre por fin. Perdí el miedo, porque aunque me equivoque la Presencia seguirá profundamente en mi interior, animándome a seguir, a cuestionar, a descubrir dónde se esconde el Reino.


Y ésa es la Buena Noticia que nos vino a traer Jesús. Que el Reino ya está, que el desafío es dejarnos amar, porque a medida que nos sentimos amados somos capaces de amar a otros. Y lo que hace crecer el Reino es un corazón compasivo que se compromete profundamente con el hermano y con toda la creación.


Animémonos a seguir a Jesús, a ser verdaderamente discípulos suyos, a tomarnos en serio sus palabras y ponerlas en práctica. Si no, seguiremos adorando a Dios en el tabernáculo, buscándolo en el templo y nos perderemos al Dios íntimo, misteriosamente inmanente y trascendente a la vez, el que se encarna en cada uno de nosotros para quedarse hasta el fin de los tiempos.”

 

Patricia Paz

viernes, 8 de enero de 2021

El Evangelio no es la religión...


 “Quiero decir, ante todo, con claridad y firmeza: el Evangelio no es la Religión. Si nos atenemos a lo que dicen los Evangelios, la Religión mató a Jesús. Es decir, la Religión de los sacerdotes y el templo se dio cuenta de que era incompatible con Jesús. Por eso lo condenó a muerte. Y no paró hasta que lo vio ejecutado en la cruz.

La mayor equivocación de la Iglesia ha sido fundir y confundir la Religión con el Evangelio. De forma que, como sabemos, el Evangelio se lee, en la liturgia de la Iglesia, como un componente o una parte (breve) de la Religión. Y así, con eso lo que se ha conseguido es vivir en una incesante contradicción, que se traduce y se concreta en miles de contradicciones.


Se elogia y se recomienda la humildad de los pequeños y los desgraciados desde la grandeza solemne de nuestras catedrales. Se exhorta a vivir cerca de los pobres desde los palacios en que viven los obispos. Se recomienda el desprendimiento de la riqueza y el dinero haciendo miles de inmatriculaciones de grandes monumentos, fincas, posesiones y tantas otras propiedades que no conocemos.


Se predica la libertad de los creyentes callándose ante los atropellos sociales y políticos, para no ser indiscretos ante los políticos o ante las grandes fortunas. Se predica la “pureza” de los heterosexuales al tiempo que se abusa de menores inocentes, que quedan destrozados en su intimidad para el resto de su vida.


Y así sucesivamente, hasta una lista interminable de hombres ambiciosos, con sus ambiciones bien disimuladas, engañándose a sí mismos para poder (sin ser conscientes de lo que hacen) engañar a los que mandan y subir ellos los escalones que les quedan por escalar, para llegar a lo más alto posible. Todo esto no es maldad. Es engaño. Porque están convencidos que lo determinante y lo que importa en la vida es el poder.


Cuando sabemos de sobra que el Poder Absoluto de Dios se despojó de su rango, se hizo un esclavo de todos, empezó a vivir en un establo, entre basura y estiércol, para acabar sus días como nadie quiere acabar, colgado de un palo.”


José Mª Castillo

martes, 5 de enero de 2021

El deterioro de la credibilidad eclesiástica...



“Creo que hay especialmente cuatro aspectos que han deteriorado enormemente la credibilidad de la iglesia:


- Su tendencia a adoctrinar más que a escuchar y su resistencia a entrar en dinámica de dialogo hondo ante la complejidad de lo humano.

- La cuestión de la pederastia y la violencia sexual al interior de ella misma, el secretismo como se han gestionado y su insensibilidad ante las víctimas.

- La discriminación de las mujeres en el acceso a los ministerios y los lugares de toma de decisiones, la demonización de los feminismos.

- La defensa de sus propios intereses y la de su mantenimiento, antes que los intereses de los más empobrecidos y empobrecidas desde una perspectiva de 

la justicia.


La realidad de los “cristianos sin iglesia” sigue en aumento. Con esta expresión me refiero a personas a las que Jesús de Nazaret y el Evangelio tiene centralidad en sus vidas, pero que, en su relación con las estructuras eclesiásticas, la doctrina, los lenguajes y los modos evangelizadores han experimentado orfandad o maltrato eclesial. Sus anhelos, propuestas, y búsquedas no encuentran espacios en ella o son sistemáticamente rechazados o ninguneados. Entre ellos hay cada vez más mujeres.


Muchas de estas personas, ante el sufrimiento experimentado o el agotamiento de las expectativas de cambio, han abandonado las estructuras y mediaciones eclesiásticas por vivirlas en contradicción con el Evangelio. La afirmación de que las cosas solo se pueden cambiar desde dentro y de que no es posible creer sin pertenecer, como tesis teórica, está cuestionada hoy por la razón práctica de la existencia de muchos cristianos y cristianas para quienes Jesús de Nazaret y su Evangelio son un referente en sus vidas, pero la iglesia institucional ha perdido toda su credibilidad.”


Mª José Torres Pérez  

viernes, 1 de enero de 2021

Nuevo año para alumbrar humanidad ...

 

“Necesitamos alumbrar una nueva humanidad y una humanidad nueva que denuncie unas estructuras socioeconómicas basada en la concentración de las riquezas en las manos de unos cuantos, saqueando los recursos naturales de los países a través de la deuda y a través de la violencia y de la guerra.

Una humanidad nueva que denuncie una cultura dominante basada en el individualismo, el consumismo, el productivismo y el sálvese quien pueda.


Una humanidad nueva que derribe muros y fronteras hechas de dolor y de exclusión, que derribe los muros de los CIEs, de los campos de refugiados, de la pobreza, del racismo y la xenofobia, que elimina las concertinas.


Una humanidad nueva que quiere un trabajo digno y decente, no el paro ni la precariedad, que quiere la plena igualdad entre mujeres y hombres, no la discriminación ni la violencia machista, que quiere que cualquier persona con dificultades encuentre una administración pública que lo proteja y un entorno familiar y social que le ofrece acompañamiento y solidaridad.


Una humanidad nueva que quiera establecer puentes, una cultura de comunión y del bien común donde nadie quede atrás, una cultura de la paz, la justicia, el perdón, la fraternidad y la libertad. Una cultura donde todos los derechos humanos se hagan realidad.


Una humanidad nueva, donde los inmigrantes, los refugiados, los parados y paradas, los trabajadores y trabajadoras con trabajos eventuales y precarios, donde los mayores que viven en soledad y abandonados, las familias rotas por el motivo que sea, las personas que viven humilladas y pisoteadas, encuentren la caricia, el beso y el abrazo que les dé fuerza para recuperar su autoestima y su dignidad.


Tenemos que ser constructores de ese mundo lleno de vida y vida en abundancia. Construyamos este mundo nuevo siendo nosotros y nosotras, en nuestras vidas, expresión de ese cambio que queremos que se dé en la sociedad, compartiendo con todos aquellos que convergemos, desde ideales y credos diferentes, en que la persona y su dignidad deben ser lo primero, renunciando a la avaricia, la codicia, la ambición, la envidia, la soberbia, el poder y la violencia.”


Joaquín Sánchez