“Creo que hay especialmente cuatro aspectos que han deteriorado enormemente la credibilidad de la iglesia:
- Su tendencia a adoctrinar más que a escuchar y su resistencia a entrar en dinámica de dialogo hondo ante la complejidad de lo humano.
- La cuestión de la pederastia y la violencia sexual al interior de ella misma, el secretismo como se han gestionado y su insensibilidad ante las víctimas.
- La discriminación de las mujeres en el acceso a los ministerios y los lugares de toma de decisiones, la demonización de los feminismos.
- La defensa de sus propios intereses y la de su mantenimiento, antes que los intereses de los más empobrecidos y empobrecidas desde una perspectiva de
la justicia.
La realidad de los “cristianos sin iglesia” sigue en aumento. Con esta expresión me refiero a personas a las que Jesús de Nazaret y el Evangelio tiene centralidad en sus vidas, pero que, en su relación con las estructuras eclesiásticas, la doctrina, los lenguajes y los modos evangelizadores han experimentado orfandad o maltrato eclesial. Sus anhelos, propuestas, y búsquedas no encuentran espacios en ella o son sistemáticamente rechazados o ninguneados. Entre ellos hay cada vez más mujeres.
Muchas de estas personas, ante el sufrimiento experimentado o el agotamiento de las expectativas de cambio, han abandonado las estructuras y mediaciones eclesiásticas por vivirlas en contradicción con el Evangelio. La afirmación de que las cosas solo se pueden cambiar desde dentro y de que no es posible creer sin pertenecer, como tesis teórica, está cuestionada hoy por la razón práctica de la existencia de muchos cristianos y cristianas para quienes Jesús de Nazaret y su Evangelio son un referente en sus vidas, pero la iglesia institucional ha perdido toda su credibilidad.”
Mª José Torres Pérez