sábado, 16 de enero de 2021

Una legalización canónica de la mujer serviciaria y monaguilla...


 “Con tiritona, asombro y despecho, nos llegó la noticia de la concesión por parte de los organismos curiales de Roma, con el correspondiente “Motu Proprio” pontificio, de unas cuantas migajas litúrgicas para el “devoto sexo femenino”, de ciertas actividades-ministerios que hace ya tiempo ejercía en la Iglesia, pero que en realidad eran de competencia exclusiva del hombre, por su condición de varón.

Tal noticia, para serlo, ha exigido nada menos que la reforma de uno de los artículos del Código de Derecho Canónico, de los que avalan su “santa” legalidad, con los anatemas y descalificaciones eternales católicas.


La noticia de que a la mujer en la institución eclesiástica (ritos, ceremonias administración, y rezos), a lo que más le sea lícito canónicamente aspirar, es a ejercer de monaguillo, resulta algo infumable, indigerible y rechazable con toda clase de razonamientos divinos y humanos. 


La mujer-monaguillo, a estas alturas de las sensibilidades personales, profesionales, políticas, cívicas y aún religiosas -en otras Iglesias- ni es ni podrá ser “noticia”. La noticia está y es, en que se haya tenido que esperar hasta ahora para un reconocimiento tan parco, estúpido y tan poco humano, nada ejemplar y cristiano y, por demás, ajeno a los santos evangelios y al comportamiento de Jesús. “Concesión”, tan benevolente con su “Motu Proprio” -titular de primera página para los informadores del ramo- , para muchos más, 

no deja de ser la humilde y agradecida confesión de un “quiero y no puedo”.


Que sea noticia la legalización canónica de la mujer serviciaria y monaguilla, resulta no solo ofensivo y chocante para ella y para la institución eclesiástica, 

sino provocador de hilaridades y chistes, poco o nada piadosos…


La única información que pueda y deba ser “noticia”, en la relación mujer-Iglesia, es la de que la mujer llegó ya a ser equiparada legítimamente al hombre dentro de la Iglesia, con reconocida capacidad para administrar todos los sacramentos y asumir cuantas responsabilidades hasta el presente eran de exclusiva competencia “patriarcal” o machista.”


Antonio Aradillas