“El test de la comprensión es el amor, que se manifiesta como compasión en situaciones de dolor o de necesidad y se plasma en compromiso o cuidado amoroso y eficaz. En síntesis, podría afirmarse que espiritualidad es compromiso.
La vivencia o no del compromiso puede verse afectada por dos trampas: la evasión y la apropiación, que dan lugar a dos modos desajustados de plantearlo y a dos distorsiones de la espiritualidad.
La evasión es característica del narcisismo egocentrado que gira en torno a los propios intereses y busca, de manera prioritaria, lograr el mayor bienestar posible (o el menor malestar), para lo que pone toda su energía en la construcción de un pequeño “paraíso narcisista” en el que sentirse a gusto y protegido de cualquier cosa que pueda molestarlo. Es claro que una actitud de este tipo hace imposible cualquier forma de compromiso y da lugar a una (pseudo)espiritualidad etérea.
La apropiación, por su parte, consiste en vivir el compromiso al servicio de la autoafirmación del yo, que busca satisfacer necesidades generalmente inconscientes: reconocimiento, aprobación, notoriedad, compensación de culpas inconscientes, moralismo voluntarista, baja tolerancia a la frustración… Lo que todo ello produce es un compromiso desconectado. También aquí la espiritualidad se vive al servicio del ego, en su ansiosa búsqueda de “autoafirmación”.
El compromiso que nace del amor y de la compasión es desapropiado y desegocentrado. Naciendo de la comprensión de lo que somos, fluye con limpieza a través de nosotros. La luz de la comprensión nos libera, tanto de la evasión cómoda, como de la apropiación caracterizada por el dualismo y el voluntarismo.”
Enrique Martínez Lozano