“En su discurso sobre Dios, el patriarcado pierde la trascendencia de Dios. Si a Dios se le nombra solo con un “él”, se lo está pensando en una manera demasiado restringida. Mientras se utilice un lenguaje que ignora a la mitad de la humanidad, no se logrará decir de veras lo que en realidad debería expresarse.
El intento de legitimar teológicamente el sojuzgamiento de la mujer, mediante el alegato de que su subordinación estaría inscrita en el orden de la creación, ha sido uno de los mayores obstáculos en el largo camino de la humanización del ser humano.
Es posible observar la interdependencia que existe entre la imagen patriarcal de Dios y las posiciones masculinas de poder en la iglesia y en la sociedad, en todo lugar donde se sacude uno de estos dos pilares: el Dios-Padre o el poder masculino.
Dios aprisionado por un determinado lenguaje, definido a través de determinadas aseveraciones, conocido bajo nombres que han sido establecidos por determinadas formas socioculturales de poder, no es Dios, sino que se transforma en una ideología religiosa.”
Dorothee Sölle