“Decir Dios es no absolutizar ningún camino, ni siquiera los caminos de la justicia, la verdad, la solidaridad. Decir Dios es decir el sí o el no, lo negativo y lo positivo, la vida y la muerte como caras de un mismo rostro. Decir Dios es decir el Todo con límites y el Todo sin límites, el Todo a partir de las figuraciones humanas y fuera de ellas.
Dios es esta realidad siempre mayor, la esperanza siempre más grande que todas nuesrras expectativas. Decir Dios es afirmar la posibilidad de caminos abiertos, es apostar a lo imprevisible aun cuando lo que esperábamos ya no tenga condiciones de realizarse.
Dios es mi esperanza siempre mayor porque de todos lados irrumpe alguna esperanza aunque no sea la esperada. Ella puede surgir de los animales, de los vegetales, del sol, de la luna, de las estrellas, de la brisa suave o de la tempestad. Ella puede emerger de 1o imprevisto de un tren que perdemos, de un poema de amor, de un encuentro, de una mirada, de una sonrisa. EIla puede nacer de los desechos, de los recuerdos de la madre muerta, de la nostalgia por quien está lejos. De pronto, sin ser esperada, la esperanza llega y súbitamente se va para volver de otro modo, desafiante, provocadora, en el cuerpo a cuerpo de la vida y de la muerte.
Dios es mi esperanza porque esta verdad diferente de todas las verdades me habita y relativiza mis proyectos, mis juicios, mis comportamientos, a veces demasiado cerrados. Y del interior mismo del abismo que vive en mí, continúo balbuceando: Dios es mi esperanza. Y este suspiro, una vez más, sustenta misteriosamente la vida.”
Ivone Gebara