“De nuevo llega la primavera y lo hace, como cada año, brindándonos el mejor de los regalos: la Pascua.
Bendita Pascua, que viene como “inclusiva” de todos y como no “exclusiva” de nada ni de nadie; puesto que no entiende de creyentes ni de incrédulos, ni tampoco de los que son de un signo o de otro; porque ella, la “Pascua”, es la manifestación más excelsa de la “Vida” y, por lo mismo, la única capaz de engendrar amor infinito, perdón sin condiciones y esperanza profunda.
Viene la Pascua a decirnos que, una vez ya despiertos de ese letargo invernal, debemos ponernos en camino hacia nuevas metas, las únicas que conducen de verdad a la consecución de un universo respetado, en el que la naturaleza y el cosmos, en general, dejen de ser objeto de depredación, para convertirse en los compañeros imprescindibles de viaje; a ponernos manos a la obra de cara a la construcción de una humanidad igualitaria, donde ser hombre o mujer sea tenido como la gran oportunidad para un mayor crecimiento en valores de convivencia y de solidaridad, haciendo posible que juntas y juntos fomentemos, con urgencia, lo único que nos hace de verdad felices, como es el amor que no entiende, precisamente, de diferencias biológicas, morfológicas ni nada de lo que pueda estar relacionado con semejantes distinciones, ya que, precisamente, el amor anida y se cobija en lo más íntimo que tiene cada hombre y cada mujer, como es el corazón, siempre libre de sexos y otros distingos; a disponernos en camino hacia la eliminación, también, de credos exclusivos que no hacen sino levantar muros que separan y dinamitar puentes que impiden el acercamiento mutuo; a adoptar una actitud de enérgica renuncia contra todo tipo de ideologías excluyentes, pensamientos fanáticos y totalitarios, que no pretenden sino subyugar y oprimir.
Es tiempo, pues, de felicitar y felicitarnos la Pascua, ya que ella viene cargada de las razones más profundas y serias, que jamás puedan llegar a existir, para poder entender que la esperanza pasa a convertirse en el trampolín seguro de los intrépidos.”
Juan Zapatero Ballesteros