sábado, 18 de diciembre de 2021

Una espiritualidad cristiana dinámica…



 “El cristianismo reivindica que es la única religión verdaderamente fundada directamente por Dios. Esta afirmación puede tener sentido dentro del estrecho marco en el cual el cristianismo ha interpretado tradicionalmente la actividad “salvadora” de Jesús, esto es, dentro de una comprensión literal de un relato de la creación propio de una cultura. Pero, globalmente, esa comprensión literal no tiene sentido para muchas culturas y está siendo abandonada por la gente que antes la creía.

Además, esa pretensión ha impuesto severos límites a la comprensión que Jesús tenía acerca del Reinado de Dios en la tierra. Equivocadamente, se ha vuelto demasiado fácil identificar a la religión cristiana como el único signo válido y visible del “Reino” o “Reinado” de Dios en la tierra.


Si todas las ramas del cristianismo dejaran de verse como los dispensadores, los guardianes y los controladores de la presencia de Dios en la acción del mundo, seguramente esto enviaría un mensaje significativo a la sociedad. Para las iglesias cristianas esto representaría el movimiento del Espíritu de Dios en nuestra época.


Sin embargo, sabemos que si esperamos a que las instituciones cambien y se adapten, nuestra espera será en vano. Aquí está la frustración y la desilusión experimentada por muchos cristianos hoy en día. Han ido evolucionando en su espiritualidad; tienen una visión de fe que abarca a toda la humanidad; piensan y actúan más allá de las limitaciones de la iglesia que les ha alimentado la fe... Sin embargo, ven que las instituciones religiosas se aferran sombríamente a unas afirmaciones, imágenes, lenguajes y prácticas del pasado.


Muchos cristianos ahora confían menos en las formas institucionales religiosas, y más en su propia espiritualidad y sus intercambios con personas que comparten su camino espiritual en la afirmación, el crecimiento y los retos de su fe.


Nos hemos llegado a preguntar si la religión institucionalizada tendrá un lugar en el futuro. Probablemente no lo tendrá si rehúsa adoptar los nuevos conocimientos y la nueva comprensión sobre el cosmos y nuestro lugar en él. Tendrá un lugar si vuelve a ser y a hacer lo que tiene que ser y hacer: una forma organizada de asegurar que el mensaje de Jesús de Nazaret sea relevante para las preguntas y los deseos de la gente en cualquier momento de la historia. Esto le ayuda a las personas, en su momento histórico, a vivir una espiritualidad cristiana dinámica que se comprometa con los cambios de pensamiento y con los nuevos conocimientos sobre nosotros, el mundo y la acción de Dios.”


Michael Morwood