“La identidad de Jesús no está en nuestros constructos mentales, por mucho que se presenten como única doctrina recta.
La identidad de Jesús, tal como se desprende de los relatos evangélicos, con todas las diferencias que se quieran, es su vida libre, fraterno-sororal y sanadora: su libertad profética, su esperanza liberadora, su compasión con los heridos, su opción por los últimos, su reconocimiento de la mujer excluida… Ahí dio la vida, ahí resucitó, ahí encarnó a Dios.
El mayor error histórico de la teología ha sido convertir las metáforas en dogmas y los dogmas en objeto y contenido fundamental de la fe. No fue esa la fe de Jesús, ni puede ser hoy la nuestra.
Volvamos a la fe o al fondo vital de Jesús: la bondad libre y compasiva, creativa y feliz, inspirada por una profunda confianza originaria en Dios o el Misterio fontal, más allá de la imagen que de él se hiciera.
A esa experiencia nos anima e inspira la Presencia que emerge del fondo de la memoria y del relato evangélico, y nos sigue acompañando en nuestros caminos de cruz y de pascua.”
José Arregi