lunes, 22 de noviembre de 2021

La crisis de la Iglesia…



“La crisis de la Iglesia católica es profunda. Aunque el Concilio Vaticano II (1962-1965) sentó las bases pastorales, teológicas y bíblicas para una renovación significativa, los pontificados de Juan Pablo II y Benedicto XVI han puesto el pie en el freno. Promovieron movimientos anacrónicos, anticonciliares, nostálgicos de la misa en latín y del triunfalismo clerical. 

Mientras "la vuelta a la gran disciplina", en expresión de mi primo, el teólogo jesuita J.B. Libanio, reafirmaba la intocabilidad del celibato, la pederastia se desbocaba bajo el silencio cómplice de obispos y cardenales que optaban por "salvar" a sus sacerdotes a costa de las víctimas, muchas de ellas niños. Y las mujeres siguieron siendo excluidas del sacerdocio, relegadas a la condición de seres de segunda clase.


Se pueden señalar muchas causas para explicar la crisis de la Iglesia católica, la evasión de los fieles, la contradicción entre lo que se predica y lo que se vive. Considero que uno de los más graves es el clericalismo.


Mientras los laicos son tratados como subordinados, tributarios de la catequesis infantil.


Tras el Concilio Vaticano II, la Iglesia católica había plantado las semillas de su futuro renovado: las comunidades eclesiales de base. Pero el conservadurismo autoritario intentó desarraigarlos. Además de sabotear cualquier debate serio sobre el celibato, el aborto, el divorcio, el matrimonio homosexual, la ortotanasia y, especialmente, el derecho de las mujeres al sacerdocio, al episcopado y al papado. 


Espero que las opiniones católicas de base recogidas en la primera fase de la convocatoria sinodal no sean filtradas por los obispos cuando tabulen los cuestionarios. Esperar que los obispos se atrevan a renunciar a su poder en la estructura jerárquica de la Iglesia y a admitir cambios que pongan en peligro la posición que ocupan es, en el mejor de los casos, confiar en lo milagroso.”


Frei Betto