“Una muestra de la fuerza de imposición y dominio por parte de la jerarquía sobre las mujeres, es la clausura de las monjas de vida monástica-contemplativa. Las rejas no fueron iniciativa de las monjas, fue imposición de la jerarquía eclesiástica.
Todo esto de las rejas en la clausura, surgió ya en tiempos de Bonifacio VIII, en la Edad Media, que abonó el terreno para llevarla, con el paso del tiempo, a rigores extremos, sin contar nunca con las mujeres que la iban a vivir. A nosotras se nos ha impuesto acatar y callar, subordinación pasiva. Bien se ha dicho y reconocido que tales normas, jamás habrían logrado imponerlas a los varones monjes.
Las rejas y el velo son dos realidades impuestas. Sobre el velo dice R. Aguirre: “El velo es lo que esconde, protege, oculta, hace públicamente invisible. Se ha asociado siempre con el silencio, anonimato y modestia, que corresponden a las mujeres. En la cultura cristiana han sido sobre todo las monjas quienes han personificado esta imagen de la mujer.
Las religiosas que han llevado tanto tiempo el velo de forma silenciosa y sumisa, cuestionan ahora el hábito y la forma de vestir. Y cuentan con la oposición, bien patriarcal por cierto, de superiores eclesiásticos varones. No son pequeñeces, pues tienen gran valor simbólico y, en el fondo -entre otras cosas-, plantean el derecho de la mujer a su autodeterminación y emancipación.”
Anna Seguí, OCD