domingo, 1 de noviembre de 2020

La santidad sin las fronteras creadas por cánones institucionales...


 “Qué tal si celebráramos la fiesta de la santidad y de la bondad de todos los seres. Una fiesta en la que todos pudiéramos celebrar la bondad y la santidad de Dios que nos habitan.

Una fiesta en la que pudiéramos sentirnos en la compañía y comunión universal de la santidad, sin que nada ni nadie nos hiciera sentirnos mal vistos, ni siquiera por nosotros mismos. Una fiesta en la que pudiéramos vernos como Dios nos ve y cada uno sin excepción sintiéramos en lo más profundo: "¡Qué bien que soy! Voy a celebrarlo!".


Yo creo que de eso se trata en la Fiesta de todos los Santos. Pero para eso tenemos que ir mucho más allá de todas las fronteras. En primer lugar, mucho más allá de las fronteras de la santidad canónica.


Todos los santos han sido canonizados de acuerdo a un determinado canon o medida de santidad. Y dudo mucho de que el canon de la santidad canonizada sea santo. Ese canon, esa regla la impuso alguien, y alguien decidió: "Éste es santo, ese otro no".


No tienes más que mirar la lista del santoral: hallarás muchos hombres, y pocas mujeres; muchos sacerdotes u obispos, y pocos "laicos"; muchos religiosos (incluso religiosas), y pocos "seculares". Y encontrarás que todos son católicos: ningún santo protestante o anglicano, ningún santo hereje. Y encontrarás, por supuesto, que todos son cristianos: ningún santo musulmán o budista, y -¡faltaría más!- ningún santo ateo o agnóstico.


Si sigues mirando, encontrarás que fueron canonizados muchos que fueron muertos por defender una fe o una causa o una patria, pero no otros muchos que fueron muertos por defender otra fe u otra causa u otra patria distinta. Salta a la vista que nuestros cánones de santidad no son muy santos, porque nos impiden canonizar a todos los santos.


La Fiesta de todos los santos debería ser la fiesta de la santidad universal, o de la bondad universal. ¿Para qué somos creyentes sino para confiar en el misterio de la bondad universal de Dios, más verdadera y más poderosa que todo? ¿Para qué somos creyentes sino para encarnar y anunciar el consuelo de la bondad de Dios como nuestra primera fuente y nuestra posibilidad última?


La fiesta de todos los santos es la fiesta de todos, más allá de nuestros cánones y medidas. Es la fiesta de la esperanza para todos. Es la fiesta que Jesús proclamó. Un día se sintió inspirado, subió a una montaña y proclamó: "¡Dichosos! ¡Dichosos todos, porque Dios os lleva en su corazón! ¡Dichosos todos, porque todos los infiernos serán destruidos!


Todos venimos de la bondad dichosa de Dios, todos caminamos hacia su bondad. La Bienaventuranza fue la primera palabra de Jesús y será la última palabra de Dios para todas las criaturas. La Bienaventuranza de Jesús nos declara santos, y esperamos que acabará por hacernos buenos, y lo celebramos.”


José Arregi