“En la Iglesia, la "religión" le ha ganado la partida a la "misericordia", a la "profecía", a la "ética".
Nuestra Iglesia padece de "hiper-religiosidad". Lo que, en concreto, quiere decir que padece de "hipersacramentalidad". Explico esto. El prefijo griego hiper significa "exceso".
La cosa está clara: la Iglesia se ha organizado de forma que se ha convertido en un HIPER de religiosidad sacramental. Y lo más notable es que todo esto se ha organizado así con el convencimiento de que así es como tiene que funcionar la Iglesia. Sin pararse a pensar en serio que Jesús no se dedicó a todo este montaje sacramental en el que la Iglesia ha puesto sus cinco sentidos.
Y lo ha hecho así, basándose en una teología, que se da por segura y por indiscutible, cuando en realidad es sumamente discutible.
La práctica de los sacramentos, tal como está organizada, es un instrumento de control y de poder, que resulta sumamente eficaz para que el clero pueda imponerse y dominar a los laicos. Los sacramentos están legislados y controlados (por la autoridad jerárquica) de forma que practicar los sacramentos equivale a someterse al clero. Porque es el clero el que los administra. Y los administra de manera que el cura puede negar el bautizo, la boda, la comunión... a quien considere que no es digno, (según las normas establecidas e interpretadas por el cura de turno) por ejemplo, de comulgar o de recibir la absolución de los pecados en un confesionario.
La Curia Vaticana controla severamente a cada obispo para que en su diócesis se administren los sacramentos ajustándose escrupulosamente al ritual y a las normas. Cada obispo se preocupa de que cada cura sea obediente a lo prescrito en esta materia. Y cada sacerdote tiene sumo cuidado para que nadie le pueda llamar la atención en el sentido de que no dice la misa como hay que decirla o que hace cosas que se salen de las normas.
Es evidente que el control de la Iglesia en cuanto se refiere a los ritos sacramentales es mucho más riguroso que en cuanto afecta a la vida que llevan los curas, los frailes, las monjas; en tema de dinero, de ambiciones de poder y de trepar, etc, etc. ¡Qué pena da esta Iglesia!
Con tanto hipersacramentalismo le va bien. Porque así tiene poder, conserva el poco poder que le queda. Y, de camino, gana dinero.
Porque es un hecho que vivir como vivió Jesús, eso lo único que acarrea son problemas. Problemas con las autoridades, problemas con la gente de dinero, con mucha gente de derechas y con algunos de izquierdas también. Por eso, lo más seguro y lo más rentable es seguir con lo que estamos y como estamos. A ver lo que esto dura... ¿Hasta cuándo?”
José Mª Castillo