"La Iglesia que se estancó – y estancada sigue – en el pensamiento, la moral y las ceremonias anteriores a la Modernidad, esa Iglesia se hunde y ahí se queda, atascada en unas ideas, unos deberes y unas ceremonias, que casi nadie entiende y a casi nadie le interesan. ¿Tiene eso algún futuro? El que lo vea así, que siga por ese camino, a ver a dónde llega.
No digo que la Iglesia debe cambiar o tiene que cambiar. Lo que digo es que la Iglesia va a cambiar. Porque no tiene más remedio. Ni le queda otra salida. La Iglesia que tenemos ahora, tal como está, no puede durar mucho.
Gran parte del clero ha perdido su prestigio y su credibilidad. Los escándalos eclesiásticos no cesan ni ya es posible seguir ocultándolos.
Lo que obliga a la Iglesia a cambiar no brota de las sacristías, ni de los palacios episcopales. Brota del humanismo, que ya no tolera atrocidades como la Inquisición, la condena de Galileo, los Estados totalitarios o sistemas que imponen las desigualdades entre mujeres y hombres, desprecian a los extranjeros, a homosexualyes o a los colegios que no imponen la asignatura de religión.
La ordenación sacerdotal de hombres casados y de mujeres será sólo el comienzo. Los cambios de fondo, en la teología, la liturgia y el derecho eclesiástico, que hagan, de la Iglesia, la presencia patente del Evangelio en la sociedad, eso lo verán y lo vivirán las generaciones futuras. La Iglesia de Jesús no tiene otro futuro."
José Mª Castillo