"Llevo casi siete años oyendo que con el papa Francisco ha llegado por fin la primavera de la Iglesia católica, y que esta vez será irreversible. Con perdón, yo no lo veo. Palabras, gestos, acentos de mensaje, estilos primaverales, muchos; cambios de fondo en el modelo de Iglesia, ninguno.
Nada nuevo, pues, bajo el sol vaticano. Todo sigue bajo la autoridad del obispo, nombrado por el papa (eso ni se toca). El obispo venido de Roma
es quien discierne el discernimiento yo guía al Espíritu que guía. El clericalismo masculino queda intacto. Y bien claro se vio a la hora de votar: ni una sola mujer pudo hacerlo en la votación del Documento sinodal. He ahí la mujer en la Iglesia católica.
¿Logrará la Iglesia católica liberar la Buena Noticia de Jesús de su dogmática trasnochada, de sus lenguajes ininteligibles, de sus estructuras clericales, de sus prejuicios eurocéntricos, de sus pretensiones absolutas?
Es verdad que los grandes viajes empiezan con un pequeño paso, pero a este paso desaparecerá la Iglesia antes de haberse transformado. Pero el Espíritu de la Amazonía seguirá alentando la vida, lejos de Roma, soplando donde quiere."
José Arregi