jueves, 23 de noviembre de 2023

Cuando la religión se absolutiza…

 


“Somos herederos de un pasado en el que espiritualidad y religión se vivían fundidas y confundidas. La religión era (en muchos lugares del mundo, es) una institución tan poderosa que terminó acaparando y controlando todo lo espiritual. El motivo es simple: había constituido el vehículo transportador, la forma histórica en la que aparecía condensada la dimensión espiritual del ser humano. Lo que ocurrió, finalmente, fue que esa forma acabó apropiándose del contenido.

Este proceso produjo, inevitablemente, serias consecuencias, entre las que es necesario destacar dos, que llegan hasta nosotros: la absolutización de la religión y la generación consiguiente de un extendido clima de recelo, cuando no de hostilidad y rechazo, hacia todo lo que sonara a espiritualidad.


La absolutización de la religión no es difícil de entender. Al definirse a sí misma por su referencia a lo divino, se ha presentado como una realidad perteneciente a aquel mismo ámbito absoluto de la divinidad: era, como dios, intocable. De ese modo, se dotaba de un “manto sagrado”, con el que parecía quedar a salvo de cualquier crítica. Y se sentaban las bases de su potencial peligrosidad: quien discrepaba de ella, atraía sobre sí la condena y el castigo de los dioses, que sus propios fieles se encargaban de materializar.”


Enrique Martínez Lozano