“En su sentido originario espíritu, de donde viene la palabra espiritualidad, es la cualidad de todo ser que respira. Por lo tanto es todo ser que vive, como el ser humano, el animal y la planta. Pero no sólo eso, la Tierra entera y todo el universo son experimentados como portadores de espíritu, porque de ellos viene la vida, proporcionan todos los elementos para la vida y mantienen el movimiento creador y organizador.
Espiritualidad es la actitud que pone la vida en el centro, que defiende y promueve la vida contra todos los mecanismos de disminución, estancamiento y muerte. En este sentido lo opuesto al espíritu no es el cuerpo, sino la muerte, tomada en su sentido amplio de muerte biológica, social y existencial (fracaso, humillación, opresión).
Alimentar la espiritualidad significa estar abierto a todo lo que es portador de vida, cultivar el espacio de experiencia interior a partir del cual todas las cosas se ligan y se re-ligan, superar los compartimentos estancos, captar la totalidad y experimentar las realidades como valores, evocaciones y símbolos de una dimensión más profunda.
El hombre/mujer espiritual es aquel que siempre percibe el otro lado de la realidad, capaz de captar la profundidad que se revela y vela en todas las cosas, y que consigue entrever la relación de todo con la Última Realidad.
La espiritualidad nace de la gratuidad del mundo, de la relación inclusiva, de la conmoción profunda, del movimiento de comunión que todas las cosas mantienen entre sí, de la percepción del gran organismo cósmico empapado de huellas y señales de una Realidad más alta y más última.”
Leonardo Boff