“La mística no está más allá de Dios y del mundo. La mística es Dios y mundo, una unidad indivisible. Este ser no se puede expresar con palabras, imágenes o símbolos porque toda imagen, símbolo o lenguaje sobre el ser están sujetos a cambios constantes, mientras que lo divino permanece inmutable.
La experiencia mística trasforma a la persona radicalmente. La moral se relega a un segundo plano, pues ahora se ve invadida por un amor global hacia todo y hacia todos. El amor se convierte en la norma determinante de todas sus actuaciones. La consciencia mística apunta a la unidad. Quien se experimenta como uno con el prójimo tendrá una base totalmente nueva para la moral.
Todas las religiones son caminos que llevan a la experiencia de lo divino, pero ninguna de ellas puede afirmar que posee el acceso único. Las religiones son como las vidrieras de colores de una iglesia, dan una estructura determinada a la luz que trasluce, que está detrás de ellas. Si no hay luz resultan insignificantes e incoloras. La luz es lo realmente decisivo pero no podemos verla con nuestros ojos. Solamente será visible al descomponerse en colores.
El cosmos es la epifanía de Dios."
Willigis Jäger