martes, 15 de septiembre de 2020

Atreverse a pensar...



 “Cada día veo con más claridad que una de las cosas más difíciles y más arriesgadas, que hay en la vida, es la libertad de pensar. Pensar sin miedo, teniendo el coraje de soltar las amarras y las seguridades que nos proporcionan las "autoridades doctrinales", con sus "verdades incuestionables", sus "dogmas", sus "obediencias" y sus "absolutos", por muy absolutos que nos digan que son.


El día que Copérnico tuvo la audacia de pensar que, a lo mejor, no era el sol el que daba vueltas alrededor de la tierra, sino que la cosa era al revés, ese día empezó a ser viable que, unos años más tarde, Galileo planteara ese mismo asunto, no ya como una mera hipótesis, sino como la tesis que revolucionó la ciencia (y sus seguridades) para siempre.


Es enteramente necesario que haya personas que se atrevan a poner en cuestión lo que, quizá durante siglos se ha dado como seguro, y tengan la audacia de pensar que las cosas pueden ser de otra manera.


Y la religión con la cabeza mirando hacia atrás. No tiene otra ocurrencia que someter el pensamiento a los "guardianes de la tradición". Porque sólo ellos tienen acceso al "significado exacto" de los textos, que nos dan, ya pensado, lo que tenemos que pensar.


Es la forma más estúpida y más eficaz de anular a las personas, ofreciéndoles una autocomplacencia y una falsa seguridad, que tranquiliza a los ingenuos y los incautos, a cambio de hipotecar el propio pensamiento. Y todo esto, en nombre de un Dios, que, para mantener intacta su excelsa dignidad, necesita fieles sumisos que renuncien a pensar.


Como es lógico, una religión así, se autocondena a la propia destrucción.Cuando la gente percibe en ella más anomalías y cuando son ya demasiados los que se sienten defraudados o, lo que es peor, enteramente desinteresados, a los hombres de la religión no se les ocurre otra cosa que seguir mirando atrás, empeñados en reconstruir un pasado que ya fracasó. ¿Es que antes, y sólo antes, se sabía con precisión quién es Dios y lo que le gusta a Dios? ¡Por favor! A ver cuándo nos atrevemos a pensar.”


José Mª Castillo