sábado, 29 de agosto de 2020

La fuente de la bondad...


 “No, la bondad no necesita ningún por qué, ningún argumento que la justifique.

Respeta, compadece, comparte, cuida. Hazlo por tu bien y por el bien de todos los seres. Pero no lo hagas porque esté escrito o mandado, sino porque es tu ser y sale de tus entrañas. Hazlo y serás más feliz, pero no lo hagas para ser feliz.


Si quieres ser bueno para no ir al infierno o para ir al cielo, por evitar censuras o para obtener aplausos, tal vez llegarás a vivir tranquilo, sin miedo fundado al infierno, o con esperanza razonable del cielo, pero no alcanzarás la paz verdadera, más allá del temor y la esperanza. Claro que el temor y la esperanza nos mueven a todos, y por eso mismo no somos mejores de lo que somos. Pero podemos serlo.


Oigo a menudo a hombres de Iglesia que el mundo de hoy es tan malo porque ha dejado de creer en Dios. Pero ¿acaso el mundo de hoy es peor que el de ayer, cuando reyes y caudillos cristianos se hacían la guerra u organizaban cruzadas o sostenían la Inquisición o conquistaban tierras o explotaban esclavos o sostenían dictaduras en nombre de Dios y de la verdadera religión?


¿Acaso entre quienes no creen en el “dios” que imaginamos y predicamos hay menos respeto, solidaridad y ternura, o hay más injusticia, codicia, orgullo, fraude y violencia de todo género que entre quienes dicen creer en Dios? El pasado y el presente demuestran que no. 


No hay más bondad donde hay más fe en Dios. Más bien, donde hay bondad, allí hay verdadera fe en Dios, sea religiosa o no. Pero ¿qué digo cuando digo Dios? Digo la Mirada y la Ternura, el Misterio supremo de bondad creadora y feliz, y no depende de ninguna religión, por revelada que diga ser. Allí donde hay bondad feliz y libre, allí está Dios, aliento y consuelo que mueve por dentro el corazón de cuanto es. Y todo gime buscando esa presencia y esa bondad más allá de toda forma. Más allá de toda creencia, de toda religión, de todo nombre de “dios”.


Ninguna razón, por religiosa que sea, ha impedido ningún crimen. Ningún argumento, por divino que sea, es el origen de la bondad. “La rosa es sin porqué. Florece porque florece”, escribió Ángelus Silesius, poeta místico cristiano. Así es la bondad. Si buscas fuera razones para ser bueno, buscas el agua fuera de la fuente.


En tus entrañas llevas la fuente, y es la misma en todos los seres. Sí, tendrás que aprender el camino a la fuente, a tu propia fuente que es la de todos, pero cuando llegues bastará que la dejes brotar, sin otra razón. Deja simplemente que brote. Deja que te lleve ser lo que verdaderamente eres.”


José Arregi