viernes, 10 de julio de 2020

La sinfonía de Dios suena más allá de todas las estructuras...




“Cuando la religión se toma demasiado en serio, colocándose entre Dios y la persona, oscurece a Dios y se produce un eclipse de Dios.


En su meta parece que coinciden todas las religiones. Cuando se penetra hasta la médula, se encuentra la misma verdad, solamente se utilizan diferentes términos para denominarla. Las religiones se diferencian en sus Caminos de retorno hacia la Realidad última y en sus intentos de darle un nombre. Y seguirán diferenciándose siempre. En mi opinión, necesitamos la diversidad para abarcar cuantas más facetas posibles de lo divino, tanto en palabras como en imágenes.


Dios es una gran sinfonía que suena. Él no la ha compuesto y ahora la dirige desde el exterior, sino que Él mismo suena como sinfonía. Toda forma es una nota completamente individual, única e inconfundible. En esto estriban nuestra dignidad e individualidad.


La verdad que es común a todos yace en el núcleo de todas las religiones. La religión es comparable a una vidriera. Quedará oscura si no es iluminada por una luz detrás de ella. Pero nunca deberíamos olvidar que la vidriera no es lo último, sino la luz que hay detrás. 


A menudo la religión tiene la tendencia de fijar a sus seguidores a las estructuras de la vidriera. Muy pocas declaran abiertamente que las Sagradas Escrituras, los símbolos y los ritos no son más que el dedo que apunta a la verdad, pero no son verdad misma. La unidad de las religiones no se encontrará jamás en sus enunciados, imágenes, símbolos o liturgias, sino en la experiencia de aquello que las palabras, las imágenes y los ritos quieren transmitir.


Tan sólo ha realizado el sentido y la meta de la religión aquél que oye la sinfonía Dios más allá de todas las estructuras. Por ello es muy importante que las religiones mantengan transparentes sus conceptos, símbolos e imágenes, de tal forma que no oculten lo que quieren revelar.”


Willigis Jäger