jueves, 7 de mayo de 2020

Por una iglesia menos clerical y sacramentalista, y más pobre...



“Cómo me gustaría que fuera la Iglesia: menos clerical, menos sacramentalista y más pobre.

Un gran mal de la Iglesia de nuestro tiempo el “clericalismo” (el cual, obviamente, no radica solo en los clérigos, sino también en una cantidad importante de laicos, debemos recalcarlo). Podemos señalar como clericalismo la centralidad de la vida eclesial en el “clero”, sin quienes la vida es pobre, limitada, y casi sin sentido. Ciertamente un infantilismo y paternalismo preocupantes, un “miedo a la libertad” se encierran en esta “Iglesia”, o este modo de ser “cristianos”.


El clericalismo es, claramente, la parálisis por el miedo. el desconcierto de no saber por dónde ir. Es no asumir la mayoría de edad.

Solemos recurrir a las comunidades cristianas en búsqueda del pan eucarístico, el bautismo, la reconciliación, la bendición del amor, el fortalecimiento de los enfermos o un impulso en la madurez. Pero, reconozcámoslo, con frecuencia, o en ocasiones, se parece más bien a recurrir a un tótem que nos da seguridad frente a las inclemencias de la vida. Es cierto que esto, muchas veces, es alentado por el clero (quizás también él totemizado) que, entonces, no puede (y pretende – consciente o inconscientemente – que no puedan) vivir sin una bendición, un espectáculo litúrgico donde un actor actúa (valga la redundancia) y todo un pueblo es espectador (por los medios o las redes sociales), o donde los “fluidos” de una bendición, o la magia, llegan desde un helicóptero, donde “pasea” sea una custodia o una imagen de la Virgen María. Casi como si el pueblo de Dios no pudiera vivir su vida sin recibir el hechizo sacramental o cuasi-sacramental.


Pero el aislamiento ha puesto al pueblo de Dios solo con su espiritualidad, sólo con su creatividad, solo con su eclesialidad. Y hay quienes celebran en sus casas eucaristías, quienes reflexionan, y quienes se unen en la oración. Se ha dicho (Tomás de Aquino) que no se puede obrar el bien sin la gracia. Pero, ¿dónde está dicho que la gracia de Dios se comunica exclusiva y solamente por medio de los sacramentos? ¿Qué Dios sería ese que no puede hacer llegar sus dones y su amor más que por un solo pequeño grupo de medios? Es en la vida diaria, cotidiana, en los dolores y fiestas, en el amor donde también podemos descubrir la gracia de Dios...


No es infrecuente saber de parroquias, curas, comunidades que hacen de los sacramentos una fuente de ingresos (y en ocasiones, pingües ingresos); un ejemplo muy evidente son los casamientos, y en algunos lugares, los funerales. Las misas y bautismos también suelen serlo, aunque – por cierto, que depende de los lugares, y los ministros – en menor dimensión. Hay otros medios que son también utilizados (jornadas o encuentros, para poner ejemplos). El tema de la Iglesia (o los curas) y el dinero, es ciertamente serio, y preocupante en ocasiones. Y a veces grave. Hay países o regiones en los los curas reciben un salario del Estado. 

Podemos trabajar para que cuando todo esto termine, ese sea el rostro renovado que la Iglesia pueda y quiera mostrar a todas, todos y todes.”

Eduardo de la Serna