sábado, 29 de febrero de 2020

Alcemos la voz, hasta que la igualdad se haga costumbre...


"¡Cuántas luchas hay que librar para encontrarse a sí misma cuando se es mujer en una sociedad, agrego en una Iglesia, en las que los hombres tienen la última palabra!"

Ivonne Gebara



"Reivindicamos una reforma eclesial profunda desde la perspectiva de las mujeres, una reforma que anhelamos y que no llega, y por ello, hartas de empujar y del silencio de la Iglesia, hemos decidido alzar la voz. Una renovación que ponga fin a la discriminación que vivimos en la Iglesia."

Pepa Torres



Teólogas, integrantes de parroquias, feligresas, comunidades de base y algunas congregaciones de religiosas alzan la voz contra la profunda discriminación que viven por parte de la jerarquía eclesial. La primera concentración será este domingo 1 de marzo. 


martes, 25 de febrero de 2020

Somos deseo divino...


"A lo largo de los siglos las religiones se suelen desviar una y otra vez de la visión originaria de sus fundadores. Comienzan a institucionalizarse. Con el fin de mantener su influencia, la religión tiene que desarrollar una ideología pretendidamente incontestable para poder imponer esa ideología. Sigue aferrada a sus doctrinas, independientemente de los cambios que se van dando en su entorno. Es algo que les ha sucedido a todas las religiones. 

No se experimenta lo divino en el comprender, sino en el desprendimiento de toda idea.

La realización de nuestra vida es el auténtico culto divino. Dios quiere ser persona en nosotros, en este sitio, en esta época, en este lugar. Ese es el único motivo de haber nacido como seres humanos. Pero nuestro yo intenta comprender, con fronteras y símbolos que se corresponden con nuestra cultura, aquello que carece de lindes y de tiempo."

Willigis Jäger


jueves, 20 de febrero de 2020

Infantilismo y miedo al cambio...


"Todos tenemos derecho a “soñar”. También el Papa, por cierto. Pero lo que es siempre de desear es que busquemos “encarnar” en este tiempo y lugar (la Amazonía, por caso) los sueños de Jesús. Leer que el Papa, hablando de la ordenación de varones casados, afirmó que “no creo que el Espíritu Santo esté trabajando en eso” resulta casi escandaloso. Por no decir infantil. Reconocer que la Iglesia ha perdido la osadía de las primeras comunidades y su creatividad, que tiene miedo de modificar cosas que la tradición ha esclerosado, o – sencillamente – que ha modificado los sueños de Jesús por los sueños del Papa, pues simplemente nos deja – una vez más – absortos."

Eduardo de la Serna

domingo, 16 de febrero de 2020

Manifiesto de la Asociación de Teólogas Españolas




"Somos mujeres creyentes. Vivimos con pasión el seguimiento de Jesús de Nazaret en muchos grupos, parroquias, organizaciones, movimientos eclesiales y congregaciones. Estamos comprometidas con la causa de Jesús y luchamos por la renovación de la Iglesia y la transformación social desde la perspectiva de las mujeres.
Alzamos la voz y nos manifestamos porque vivimos una profunda discriminación en la Iglesia y ha llegado el momento de decir “¡Basta ya!”. Ni podemos ni queremos callarnos. Estamos cansadas de las incoherencias y autoritarismo que percibimos a diario, por eso:
Queremos denunciar las múltiples formas de injusticia e invisibilización que sufrimos en la Iglesia. La institución, con su estructura y organización, está quedando al margen de las conquistas sociales en igualdad y corresponsabilidad y está cometiendo un error. El clericalismo es causa de muchos males. Por ejemplo, la dolorosa violencia ejercida sobre mujeres, religiosas y laicas, además de otras formas de violencia lamentables.
Denunciamos la cobardía para abordar cambios en la organización de la Iglesia, frente a los signos de los tiempos que claman por sí mismos. Y la cerrazón ante la necesidad de un cambio imprescindible: el acceso al diaconado y al presbiterado femenino para atender a las comunidades cristianas. Denunciamos la desproporciónentre el número de teólogas preparadas y los puestos que ocupan como docentes en las facultades de Teología y en otros puestos de responsabilidad.
La institución arrincona, desprecia y silencia a las mujeres que la sustentan; la hegemonía masculina se legitima y se perpetúa sin ninguna autocrítica.
Queremos hacer visible nuestro trabajo incansable y gratuito. Las mujeres somos mayoría aplastante en el voluntariado, en las celebraciones religiosas, en catequesis, en pastoral, en la acción social con las personas más empobrecidas, en los movimientos eclesiales, en la enseñanza, en la vida religiosa… Somos las manos y el corazón de la Iglesia, pero se nos niega la palabra, tener voz y voto, la toma de decisiones y el liderazgo en los ámbitos oportunos, como se ha puesto de manifiesto, una vez más, en el Sínodo de la Amazonía.
Hemos demostrado con creces que desarrollamos nuestro trabajo o voluntariado con creatividad y responsabilidad. Pero, habitualmente, solo se nos ofrecen tareas que aligeran el trabajo de los varones, manteniendo ellos la responsabilidad final. Hay una clara desproporción entre lo que damos a la Iglesia y lo que recibimos, porque la mentalidad patriarcal y feudal, junto a una teología caduca, justifican esa desproporción.
Trabajamos y trabajaremos por una iglesia sinodal que reconozca la plena ministerialidad de las mujeres. Hace años abrimos una brecha en el muro que nos impedía el acceso a los estudios de teología, no pararemos hasta que se reconozca y valore la riqueza de la teología feminista, como motor de cambio. No pararemos hasta que se elimine el lenguaje patriarcal y sexista en las homilías, textos litúrgicos y documentos; hasta que la moral sexual de la Iglesia se preñe de ternura y misericordia y deje de culpabilizar a las mujeres.
Seguiremos trabajando con empeño para que la Iglesia dialogue con los movimientos de liberación de las mujeres y reconozca la diversidad de familias, identidades y orientación sexual.
Trabajamos con ahínco para que la Iglesia denuncie el sistema económico neoliberal que impide que las personas tengamos unas condiciones de vida acordes con nuestra dignidad, porque este sistema expolia la tierra, fomenta la feminización de la pobreza y favorece la explotación laboral y sexual de las mujeres.
Trabajamos y trabajaremos para recuperar una Iglesia donde las mujeres seamos reconocidas como sujetos de pleno derecho, con voz y voto en todas partes y valoradas por nuestros talentos y carismas.
No estamos solas. Formamos parte de una red que crece cada día y se entrelaza con mujeres de las iglesias de Europa y del mundo que también han dicho “¡Basta ya!” y alzan su voz, hasta que la igualdad sea costumbre, como María 2.0 o el Movimiento internacional Voices of faith.
Y hemos recogido el testigo de la Buena Noticia que trajo Jesús. Transgredió las normas de una sociedad profundamente patriarcal y dialogó con las mujeres de tú a tú, tratándolas como iguales y discípulas. Nos han pasado el testigo María de Nazaret, María Magdalena, Marta y María, Juana de Cusa, Susana, la diaconisa Febe, Junia y muchas otras que a lo largo de la Historia han luchado y trabajado por nuestra dignidad y el reconocimiento de todos nuestros derechos. Muchas han pagado esta lucha con persecuciones y malos tratos, incluso con su vida. Tenemos presentes a Hildegarda de Bingen, Clara de Asís, Catalina de Siena, las Beguinas, Teresa de Jesús, Mary Ward y Dorothy Stong, entre muchas otras que nos han abierto camino.
En el año 2000 celebramos el Jubileo de las Mujeres, manifestándonos ante la catedral de Madrid. Hoy, 20 años después, damos un paso más: nos hemos organizado para expresar nuestra Revuelta en la Iglesia, a través de la música, reflexión, silencio, oración, cantos, danza... Leeremos un manifiesto. Estaremos unidas a las compañeras que harán su gesto de denuncia y en muchos otros lugares del estado y del mundo.
Te animamos, os animamos, a que nos acompañéis el domingo 1 de marzo de 2020. Tendremos una concentración en Madrid, a las 12 de la mañana y que compartáis esta iniciativa con otras mujeres y colectivos, más allá del ámbito creyente, para que se solidaricen con esta causa. Si te gustaría estar presente, pero no puedes unirte el día 1, haz lo que esté en tu mano para que la Iglesia vuelva a ser una comunidad de iguales Y LA IGUALDAD SE HAGA COSTUMBRE
Convocamos: 
Mujeres y Teología de Madrid, Red Miriam de Espiritualidad Ignaciana Femenina, Colectivo Agar, Asociación de Teólogas Españolas (ATE), Mujeres de: Alandar, Fe Adulta, MOCEOP, JEC, JOC, Profesionales Cristianas, Comunidad Kedate, LTBI Creyentes y muchos otros colectivos de mujeres de parroquias y comunidades cristianas."

Asociación de Teólogas Españolas



Por la igualdad...


Mujeres y Teología de Madrid, Red Miriam de Espiritualidad Ignaciana Femenina, Colectivo Agar, Asociación de Teólogas Españolas (ATE), Mujeres de: Alandar, Fe Adulta, MOCEOP, JEC, JOC, Profesionales Cristianas, Comunidad Kedate, LTBI Creyentes y muchos otros colectivos de mujeres de parroquias y comunidades cristianas. 

sábado, 15 de febrero de 2020

Decepcionante cierre de puertas...


"Exhortación post sinodal "Querida Amazonia"... cuando se refiere al ámbito intraeclesial, es difícil no sentir decepción.

Al identificar a las mujeres con María y a los sacerdotes con Jesús, identificación teológicamente insostenible, por cierto, una vez más limita a las mujeres al papel de “sostener, contener y cuidar” a la comunidad, mientras que los roles de dirección, organización, planeación, conducción, decisión, siguen en mano de los varones porque en la iglesia actual, esas instancias están en mano de los clérigos y, por supuesto, allí no están las mujeres.

Una vez más, se pierde en la iglesia la posibilidad de una reforma eclesial de fondo y verdadera: la igualdad fundamental de todo el pueblo de Dios, con diversidad de ministerios, sí, pero no con relegación de las mujeres a un segundo lugar. Una iglesia llena de miedos a los cambios no parece una iglesia fiel al profetismo de los orígenes cristianos."

Olga Consuelo Vélez Caro


martes, 11 de febrero de 2020

Hasta que la igualdad se haga costumbre...


"Somos mujeres creyentes. Vivimos con pasión el seguimiento de Jesús de Nazaret en muchos grupos, parroquias, organizaciones, movimientos eclesiales y congregaciones. Estamos comprometidas con la causa de Jesús y luchamos por la renovación de la Iglesia y la transformación socia perspectiva de las mujeres. 

Alzamos la voz y nos manifestamos porque vivimos una profunda discriminación en la Iglesia y ha llegado el momento de decir “¡Basta ya!”. Ni podemos ni queremos callarnos. Estamos cansadas de las incoherencias y autoritarismo que percibimos a diario, por eso: 

Queremos denunciar las múltiples formas de injusticia e invisibilización que sufrimos en la Iglesia. La institución, con su estructura y organización, está quedando al margen de las conquistas sociales en igualdad y corresponsabilidad y está cometiendo un error. El clericalismo es causa de muchos males. Por ejemplo, la dolorosa violencia ejercida sobre mujeres, religiosas y laicas, además de otras formas de violencia lamentables. 

Denunciamos la cobardía para abordar cambios en la organización de la Iglesia, frente a los signos de los tiempos que claman por sí mismos. Y la cerrazón ante la necesidad de un cambio imprescindible: el acceso al diaconado y al presbiterado femenino para atender a las comunidades cristianas. Denunciamos la desproporción entre el número de teólogas preparadas y los puestos que ocupan como docentes en las facultades de Teología y en otros puestos de responsabilidad.

La institución arrincona, desprecia y silencia a las mujeres que la sustentan; la hegemonía masculina se legitima y se perpetúa sin ninguna autocrítica. 

Queremos hacer visible nuestro trabajo incansable y gratuito. Las mujeres somos mayoría aplastante en el voluntariado, en las celebraciones religiosas, en catequesis, en pastoral, en la acción social con las personas más empobrecidas, en los movimientos eclesiales, en la enseñanza, en la vida religiosa… Somos las manos y el corazón de la Iglesia, pero se nos niega la palabra, tener voz y voto, la toma de decisiones y el liderazgo en los ámbitos oportunos, como se ha puesto de manifiesto, una vez más, en el Sínodo de la Amazonía. 

Hemos demostrado con creces que desarrollamos nuestro trabajo o voluntariado con creatividad y responsabilidad. Pero, habitualmente, solo se nos ofrecen tareas que aligeran el trabajo de los varones, manteniendo ellos la responsabilidad final. Hay una clara desproporción entre lo que damos a la Iglesia y lo que recibimos, porque la mentalidad patriarcal y feudal, junto a una teología caduca, justifican esa desproporción. 

¿Qué sería de la Iglesia y de las iglesias si dejáramos de hacer todos estos trabajos, porque estamos cansadas de la invisibilidad y de la injusticia? 

 Trabajamos en la Iglesia, porque es nuestra comunidad de referencia para vivir el Evangelio. Seguiremos trabajando en ella hasta para recuperar la comunidad de iguales que trajo Jesús. 

 Trabajamos y trabajaremos por una iglesia sinodal que reconozca la plena ministerialidad de las mujeres. Hace años abrimos una brecha en el muro que nos impedía el acceso a los estudios de teología, no pararemos hasta que se reconozca y valore la riqueza de la teología feminista, como motor de cambio. No pararemos hasta que se elimine el lenguaje patriarcal y sexista en las homilías, textos litúrgicos y documentos; hasta que la moral sexual de la Iglesia se preñe de ternura y misericordia y deje de culpabilizar a las mujeres.  

 Seguiremos trabajando con empeño para que la Iglesia dialogue con los movimientos de liberación de las mujeres y reconozca la diversidad de familias, identidades y orientación sexual. 

 Trabajamos con ahínco para que la Iglesia denuncie el sistema económico neoliberal que impide que las personas tengamos unas condiciones de vida acordes con nuestra dignidad, porque este sistema expolia la tierra, fomenta la feminización de la pobreza y favorece la explotación laboral y sexual de las mujeres.

Trabajamos y trabajaremos para recuperar una Iglesia donde las mujeres seamos reconocidas como sujetos de pleno derecho, con voz y voto en todas partes y valoradas por nuestros talentos y carismas. 

No estamos solas. Formamos parte de una red que crece cada día y se entrelaza con mujeres de las iglesias de Europa y del mundo que también han dicho “¡Basta ya!” y alzan su voz, hasta que la igualdad sea costumbre, como María 2.0 o el Movimiento internacional Voices of faith. 

Y hemos recogido el testigo de la Buena Noticia que trajo Jesús. Transgredió las normas de una sociedad profundamente patriarcal y dialogó con las mujeres de tú a tú, tratándolas como iguales y discípulas. Nos han pasado el testigo María de Nazaret, María Magdalena, Marta y María, Juana de Cusa, Susana, la diaconisa Febe, Junia y muchas otras que a lo largo de la Historia han luchado y trabajado por nuestra dignidad y el reconocimiento de todos nuestros derechos. Muchas han pagado esta lucha con persecuciones y malos tratos, incluso con su vida. Tenemos presentes a Hildegarda de Bingen, Clara de Asís, Catalina de Siena, las Beguinas, Teresa de Jesús Mary Ward y Dorothy Stong, entre muchas otras que nos han abierto camino. 

En el año 2000 celebramos el Jubileo de las Mujeres, manifestándonos ante la catedral de Madrid. Hoy, 20 años después, damos un paso más: nos hemos organizado para expresar nuestra Revuelta en la Iglesia, a través de la música, reflexión, silencio, oración, cantos, danza... Leeremos un manifiesto. Estaremos unidas a las compañeras que harán su gesto de denuncia y en muchos otros lugares del estado y del mundo. 

Te animamos, os animamos, a que nos acompañéis el domingo 1 de marzo de 2020. Tendremos una concentración en Madrid, a las 12 de la mañana y que compartáis esta iniciativa con otras mujeres y colectivos, más allá del ámbito creyente, para que se solidaricen con esta causa. Si te gustaría estar presente, pero no puedes unirte el día 1, haz lo que esté en tu mano para que la Iglesia vuelva a ser una comunidad de iguales Y LA IGUALDAD SE HAGA COSTUMBRE.

CONVOCAMOS: Mujeres y Teología de Madrid, Red Miriam de Espiritualidad Ignaciana Femenina, Colectivo Agar, Asociación de Teólogas Españolas (ATE), Mujeres de: Alandar, Fe Adulta, MOCEOP, JEC, JOC, Profesionales Cristianas, Comunidad Kedate, LTBI Creyentes y muchos otros colectivos de mujeres de parroquias y comunidades cristianas."


Tomado del blog Red Miriam

jueves, 6 de febrero de 2020

No es justo mantener privilegios...


"Me dirijo en particular a los obispos católicos del Estado español, tan aferrados aún a status, prejuicios y poderes del pasado como, por ejemplo, a sus cuantiosas exenciones fiscales.
Me parece bien que queden exentos de impuestos los templos y lugares de servicio público en uso, pero solo eso, nada más que eso, de ningún modo, por ejemplo, los palacios episcopales y las casas y garajes curales, y que se aplique a la Iglesia católica la misma ley que se aplica a las otras iglesias y religiones, la misma que rige para las ONGs, sindicatos y partidos políticos. ¿O es que conocen los obispos algún político o sindicalista o miembro de alguna ONG que no pague el IBI por el domicilio particular y su garaje? Sería un delito. Tan aferrados también a la suculenta casilla de la Declaración de la Renta, por la que la Iglesia católica se queda todavía con el 0,7 del impuesto que pagan religiosamente todos los ciudadanos que no dispongan lo contrario.
Tan aferrados a sus vergonzosas inmatriculaciones de bienes que fueron y han de seguir siendo de todos. Y a su insistente exigencia de que se imparta la asignatura de la religión católica en el sistema público de la Enseñanza, y la impartan profesores nombrados por los obispos y sean pagados, eso sí, con fondos públicos, con el dinero de todos. Y por si fuera poco, ahora, de la mano de la derecha más extrema, defienden el veto parental para impedir que los hijos asistan a charlas de educación sexual o de respeto a los LGTBIQ en la escuela de todos. ¡Qué bochorno para los que aún nos sentimos y vamos a la iglesia!"

José Arregi

domingo, 2 de febrero de 2020

Utilizar a Dios para justificar intereses...


"El gran peligro de la Iglesia es absolutizar su papel mediador e identificar sus objetivos teológicos con sus intereses institucionales.

Toda institución tiene una inevitable y peligrosa proclividad a convertirse en fin en sí misma. La referencia teológica puede aquí funcionar de una doble manera. Puede utilizarse la autoridad divina para legitimar lo que es, en realidad, producto histórico o condicionamiento cultural; o para justificar simplemente los intereses de una burocracia anquilosada. Se podrían multiplicar los ejemplos históricos. En nombre de Dios se declararon guerras y cruzadas, se condenó a Galileo, se implantó la Inquisición y se obligó a una lectura literalista de la Biblia... Está bien que con el paso del tiempo se reconozcan los errores y se pida perdón, pero lo que en realidad haría falta es que estas cosas no se vuelvan a repetir, que la Iglesia aprendiese a no usar precipitada o irrespetuosamente la autoridad divina para defender causas que después se revelan como meramente humanas.

A la Iglesia le cuesta reconocer su historicidad y, no pocas veces, alegando amor a lo eterno lo que hace, en realidad, es defender formas de vida y de cultura pasadas, pero en las que ella estuvo cómoda. En la Iglesia hay anacronismos enormes y hasta ridículos, que con frecuencia contemplamos con comprensión y a los que, quizá, nos hemos acostumbrado, pero a los que no nos deberíamos resignar, porque está en juego la relevancia del Evangelio en una sociedad para la que hay cada vez más formas de vida eclesiástica extrañas e inaceptables."

Rafael Aguirre Monasterio