"Tengo la impresión de que lo que hoy se pretende con la religión es llenar un vacío que no queda colmado sólo por la respuesta escatológica. Pienso que se busca «la experiencia religiosa».
Schleiermacher se refiere a la religión como un doble sentimiento: un sentimiento de «dependencia absoluta» y de «gusto del infinito». Pero en las sociedades que tienen unos derechos reconocidos, que gozan de unos índices de bienestar bastante satisfactorios y que tienen mecanismos para reivindicar las necesidades más básicas, ¿qué falta hace la religión?, ¿por qué existe esa necesidad de dependencia absoluta o de gusto por lo infinito?.
La necesidad de dependencia puede tener una explicación: vivimos en una "sociedad de riesgo", tenemos conciencia de ello y lo toleramos muy mal, queremos sentirnos seguro y a salvo. Esa seguridad la proporcionan, sin duda, la fe en Dios y la dependencia absoluta de él. Desde esta perspectiva, cualquier cosa que ocurra, por inexplicable o injusta que parezca, tendrá alguna razón de ser, por mucho que a nosotros se nos escape. O será compensada en el más allá.
El gusto por lo infinito tiene que ver con el encuentro de la dimensión espiritual de la existencia, o mejor sería decir de la dimensión mística. Lo espiritual denota una realidad que requiere ser expresada, y la religión consigue darle formas de expresión. Aunque también hay que denunciar que numerosas formas de expresión y manifestaciones religiosas causan irritación a la inteligencia, son alienantes de lo humano.
En cualquier caso, una cosa es lo que hace que pervivan las religiones y otra, a veces muy otra, lo que mantiene funcionando a las Iglesias."
Victoria Camps