“El cronista del capítulo primero del Génesis se inventa un relato precioso para decirnos una sola cosa: que todo es obra de Dios; que todo es reflejo de Dios. Y por eso, en el mundo no hay nada que pueda considerarse profano, sino que todo es sagrado; obra de Dios. Nosotros hacemos distinción entre lugares sagrados, los templos, y lugares profanos, el resto. También distinguimos en tiempos sagrados, en los que vamos al templo a cumplir con Dios, y tiempos profanos, que son para nosotros y en los que Dios no tiene parte alguna.
Para Jesús todo es sagrado. Ve a Dios en todas las cosas; todo es revelación de Dios para él, reflejo de Dios, y por eso es capaz de hablar de Él con las cosas más sencillas y cotidianas. Tampoco hace distinción entre tiempos sagrados y profanos; todo el tiempo es de Dios.
Una de las cosas más característica y distintiva de la propuesta de vida que nos hace el evangelio, es que no nos propone huir de la realidad humana, sino dar pleno sentido a toda realidad humana.”
Miguel Ángel Munárriz Casajús