“El cristianismo no es obstáculo para la defensa del laicismo ni en la teoría ni en la práctica. Intentaré explicar el porqué.El cristianismo nació como una religión laica. Jesús de Nazaret, su inspirador, fue un judío laico, crítico de los poderes religioso, político, económico, patriarcal y político, de los lugares sagrados, de los tiempos sagrados, de las personas sagradas, de las acciones sagradas.
Puso en marcha un movimiento laico e igualitario de hombres y mujeres en el que incorporó a los paganos, que hasta entonces estaban excluido del reino de Dios, a las mujeres, a quienes se les negaba el derecho a la ciudadanía y el acceso directo a la divinidad, a la gente fuera de la ley, a quienes se consideraba fuera de la religión, a los publicanos, que eran calificados de colaboracionistas del Imperio romano por dedicarse a cobrar los impuestos destinados al poder opresor, y así sucesivamente.
Entre cristianismo y laicismo no hay frontera, sino continuidad, complementariedad y mutuo enriquecimiento. Sin laicismo el cristianismo se convierte en una religión autorreferencial sin relevancia social alguna. Lo que aporta el cristianismo al laicismo es el horizonte ético de la opción por los pobres, de la compasión con las víctimas y de la gratuidad.”
Juan José Tamayo