“La interculturalidad nos invita a descubrir lo universal en la profundización de lo concreto. Además, la interculturalidad supone un encuentro entre tradiciones, y tal encuentro es purificador.
Purificador, en primer lugar, porque es una experiencia que nos hace ver la riqueza y la profundidad inagotable del ser humano, porque nos dice que, además, ni todas las respuestas, ni tampoco las preguntas, agotan el misterio humano.
Nos purifica porque nos permite darnos cuenta de lo que pretendíamos creyendo que si ahondábamos un poco más en la propia tradición encontraríamos toda la riqueza del ser humano, como si nuestra cultura o religión tuviera el monopolio. Nos purifica porque nos hace ver que el ser humano no se agota en ninguna tradición religiosa o cultural.
Este encuentro purifica, además, la religión misma del polvo del pasado, de la rémora que tantas veces la ha acompañado. Nos purifica también del concepto mismo de religión, una de las primeras cosas que suele cuestionarse.”
Raimon Panikkar