“Es imposible despreciar el irrumpir de la aurora, permanecer indiferente ante el brotar de una flor o no contemplar con asombro a un recién nacido. Cada vez que nace un niño nos convence de que Dios sigue creyendo en la humanidad.
Casi espontáneamente decimos: es Dios quien puso todo en movimiento y es Dios quien lo sostiene todo. Él es la Fuente originaria y el Abismo que todo alimenta, como dicen algunos cosmólogos. Yo diría: Él es el Ser que hace ser a todos los seres.
Las religiones y el judeocristianismo se han atrevido a dar una respuesta dando reverentemente un nombre al Misterio, llamándolo con mil nombres, todos insuficientes: Yavé, Alá, Tao, Olorum y principalmente Dios.
El universo y toda la creación constituyen una especie de espejo en el que Dios se ve a sí mismo. Son expansión de su amor, pues quiso compañeros y compañeras a su lado. Él no es soledad, sino comunión de los Tres divinos (Padre, Hijo y Espíritu Santo) y quiere incluir en esta comunión a toda la naturaleza y al hombre y a la mujer, creados a su imagen y semejanza.”
Leonardo Boff