“Hoy, y aquí, el corazón y la razón me llevan a confesar: Creo en Dios o quiero creer en Dios, es decir: poner mi corazón en la Nada que es el Todo, en el Vacío que es la Plenitud, en el Ser o el Corazón indiviso de todos los seres, que se esconde y se revela y ES en todo. En el Misterio profundo y sensible como una entraña materna que engendra y da a luz todas las formas. En la Llama de la Consciencia universal de la que todos los seres son chispas, chispitas del mismo Fuego sin forma.
Y no importa cómo se le llame o que ni siquiera se le dé ningún nombre. Yo la/lo llamo Dios, porque es el nombre y la palabra que llevo más adentro y no sé cómo llamarlo de otro modo, y aún necesito llamarle de algún modo. Pero eso importa poco.
Lo que importa es entregar el corazón, confiar en la Realidad, hacerse samaritano compasivo de toda criatura doliente, y ser lo que SOMOS eternamente. Eso es en realidad creer en Dios, independientemente de las creencias. Y es la forma de crear a Dios o de recrear el mundo.”
José Arregi