lunes, 24 de abril de 2023

Ambigüedad y anacronismo: ovejas y pastores…

 


“En la tradición bíblica, la imagen del pastor (que se asocia a Dios, al rey y a personas con responsabilidades en el pueblo) evoca cuidado y guía.

Más allá del contenido que cada cual quiera asignarle, la imagen del pastor resulta radicalmente, además de ambigua, anacrónica, cuando no inasumible, para la cultura moderna. Porque “pastor” (aparte de ser una figura lejana para nuestros contemporáneos) evoca “rebaño”. Y la imagen del rebaño remite a seguidismo, sumisión, obediencia ciega…, en una palabra, borreguismo. 


Actitudes que chocan frontalmente con la consciencia de la propia autonomía, el valor de la libertad individual y el respeto al camino de cada persona.


Los “pastores”, por su propia condición, tienden a ver a la gente como “rebaño”. Pero el ser humano no está llamado a vivirse formando parte de un rebaño, sino a crecer en comprensión de lo que somos y a vivir la unidad con todos y con todo, en coherencia con aquella misma comprensión.


El mismo Jesús fue consciente de los riesgos que entraña situarse en la posición de “pastor” y previno de manera tajante contra cierta forma de ejercer el poder: “El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor. Y el que quiera ser el primero entre vosotros, que sea esclavo de todos” (Mc 10,43-44).


La humanidad no se divide en pastores y rebaño. Todos sin excepción somos necesitados y todos tenemos algo que ofrecer a los demás. Nadie hay tan poderoso que no necesite ser ayudado ni nadie tan limitado que no pueda ayudar.”


Enrique Martínez Lozano