“Qué inseguros son,
aunque quieran ocultarlo,
los hijos de la ley.
Esconden sus temores
tras el cumplimiento.
Pesan el deber
en básculas trucadas.
Convierten las normas
en coartada
de lo injusto.
Confunden virtud
con acatamiento.
Insultan con lengua de fuego.
Aprietan con guante de seda.
Patean con bota de hierro.
Cargan lo que no llevan
sobre espaldas ajenas.
Desprecian con una sonrisa.
Ignoran las heridas
y los motivos
de quien sufre
de quien busca,
de quien cae,
de quien no cabe
en ese marco imposible
que han convertido en prisión.
En algún momento olvidaron
la única ley que nos diste,
el amor,
más valiente, exigente y humano
que todos los espejismos
con que solemos engañarnos.”
José Mª Rodríguez Olaizola