“Cada momento y cada acontecimiento de la vida terrena de todo ser humano siembra algo en su alma. Pues como el viento lleva millares de invisibles y visibles semillas aladas, así la corriente del tiempo lleva consigo gérmenes de vitalidad espiritual que se depositan imperceptiblemente en el espíritu y la voluntad de los seres humanos. La mayor parte de estas innumerables semillas perecen y se pierden, porque las personas no están preparadas para recibirlas; pues semillas tales como éstas no pueden brotar en otra parte sino en el buen terreno de la libertad y el deseo.
Si yo buscara a Dios, cada acontecimiento y cada momento sembrarían, en mi voluntad, granos de Su vida, que un día brotarían en cosecha de milagro.
Si en todas las cosas considero sólo el calor y el frío, la comida o el hambre, la enfermedad o el trabajo, la belleza o el placer, el éxito o el fracaso y el bien o el mal materiales que mis obras han logrado para mi propia voluntad, sólo hallaré el vacío, no la felicidad. No seré nutrido, no hallaré plenitud. Pues mi alimento es la voluntad de Aquel que me hizo y que hizo todas las cosas para darse a Sí mismo a mí a través de ellas.”
Thomas Merton