“Muchos de nosotros hemos sido educados en la idea del mérito y el ideal de perfección. No dudo de que nuestros educadores, formados también en esas mismas claves, lo hicieron con la mejor intención.
Sin embargo, ambas claves conllevan riesgos graves, ya que, en la práctica, refuerzan el voluntarismo, el moralismo, el orgullo espiritual, el fariseísmo, la represión (y el consiguiente descuido) de la propia sombra, el juicio rápido a los otros (a quienes se mide con la vara del mérito y de la “perfección”) y el olvido de la gratuidad como dimensión básica de la existencia.
Quien sabe que todo es gracia, aun valorando el esfuerzo e incluso el mérito, no hace de estos el “ideal” de vida, sino que vive en apertura, disponibilidad y gratitud, sin apropiarse de algo que no es suyo.
La vivencia de la gratuidad es, al mismo tiempo, la fuente de la alegría. Para quien recibe todo como regalo y aprende a vivir diciendo “sí” a la vida, se abre el manantial de la alegría y de la compasión. O, como dice Jesús, la “alegría en el cielo”.
Enrique Martínez Lozano