“Desde mi radical limitación y desde mi responsabilidad intransferible, en diálogo abierto y en búsqueda compartida, en medio de la incertidumbre, quiero ayudarme y ayudar a elegir lo mejor. Es decir:
- Quiero elegir cada día y de manera concreta la paz en la justicia, y la justicia en la paz.
- Quiero elegir desde mi propio lugar y poniéndome a la vez en el lugar de la otra, del otro, preguntándome siempre: “¿Cómo necesitaría ser tratada/o si me hallara en su lugar?
- Quiero elegir una memoria integral y solidaria del pasado, sin olvidar ninguna herida, ninguna injusticia, ninguna llamada ni condición de la paz común justa
- Quiero elegir el alivio del dolor más que la posesión de la razón ideológica y que la implantación de un determinado proyecto político.
- Quiero elegir la confianza en la buena voluntad y en la capacidad de bondad del adversario o de la adversaria política, o incluso de la persona que me ha infligido un profundo sufrimiento injusto.
- Quiero elegir, a pesar de todo, la fe en lo más profundo de mí misma/o, en mi capacidad para sanar las heridas que he recibido y he infligido.
- Quiero elegir el perdón de mí misma/o y de los/las demás. El perdón: no la absolución de una supuesta “culpa” ni la exención de un “castigo” supuestamente reparador, sino la confianza en el bien y la bondad como lo más profundo y real de mí mismo. La mirada al futuro y sus posibilidades más que al pasado con sus lesiones. El resentimiento, el castigo y la venganza nos encierran e hieren más. El perdón de sí y del prójimo, el perdón que ofrecemos y recibimos es lo que nos cura y devuelve la paz creadora, fruto y fuente de la justicia.
- Quiero elegir el pasito adelante posible, más que la meta, siempre inalcanzable.
- Quiero elegir encender una llamita de luz en vez de lamentarme de la oscuridad que me/nos envuelve.
- Quiero elegir una palabra, una mirada, un gesto o una acción sencilla que contribuya a que sean posibles y se vuelvan realidad opciones mías y ajenas en favor de la paz y de la justicia.”
José Arregi