lunes, 27 de abril de 2020

Una iglesia carcomida por el clericalismo y el ritualismo...



“Parece que no sabemos hacer nada sin el agua bendita de la misa, rociada sobre todo y en cualquier momento. Ya habrá tiempo para funerales; ahora toca cumplir con el deber solidario de ciudadanos y fajarse contra la pandemia, no tanto con misas (es lo fácil, lo clerical y casi lo único que saben hacer los curas) cuanto con obras de misericordia en favor de 'la carne de Cristo', que son los más pobres y desheredados.

Sacramentalismo a trote y moche. Misas como aspirinas, para tranquilizar la conciencia propia y ajena. Curas y obispos convertidos en expendedurías de misas y bendiciones desde los tejados. Cuando lo que toca es una Iglesia hospital de campaña y profundamente samaritana. 

Pero muchos clérigos sólo saben vivir del rito, que fue para lo que los formatearon. 
Sin él, no se encuentran, no viven, no se sitúan y pierden su única razón de ser.

Espero que de este tiempo de pandemia salga una Iglesia más laical (los laicos han comprobado que forman parte de un pueblo sacerdotal, aunque la clerecía les niegue el acceso al ministerio), más doméstica (la casa como corazón de la fe) y, por lo tanto, menos clerical, menos sacramentalista, menos ritualista y más centrada en la vida, más austera, más científica y menos milagrera, en definitiva más evangélica.

Si no fuese así, se la llevará el río de la historia. Porque la gente seguirá buscando espiritualidad, pero no en una institución carcomida por el clericalismo y por el ritualismo. Con bellas formas externas, pero sin corazón y sin entrañas de misericordia.”

José Manuel Vidal
(Religión Digital)