"Jesús no fundó el clero. Ni fundó sacerdocio alguno. Eso no consta en ninguna parte, en todo el Nuevo Testamento. Y mucho menos, a Jesús ni se le ocurrió instituir un cuerpo o estamento de “hombres sagrados”, una especie de funcionarios de “lo santo”, que viven de eso y con eso salen del anonimato de los hombres corrientes, para constituirse en una “clase superior”. Jesús no pensó en nada de esto. Lo que Jesús quiso es “discípulos” que le “siguen”, es decir, que viven como vivió Jesús. Dedicado a curar dolencias, aliviar penas y sufrimientos, acoger a las gentes más perdidas y extraviadas. Así nació el “movimiento de Jesús”. Y así se expandió por el Imperio. Hasta que, progresivamente, la creciente importancia del clero y sus ceremonias, sus templos, sus normas… desplazando el centro: del Evangelio a la Religión. De la compasión por los que sufren a la observancia y la sumisión a la religiosidad establecida."
José Mª Castillo